Estamos llegando al aniversario número 197 de la independencia patria; tan solo faltan tres años para el bicentenario. No vamos a discutir si en realidad hay, o no, independencia. Sin embargo, si se hace necesario hacer un llamado a la práctica de los valores cívicos y a los principios ciudadanos a favor de construir una nación más sólida y con identidad en el concierto de las naciones. Es común escuchar que las naciones con identidad se distinguen ante las demás por algo, y tratan de vender y posicionar ese algo.
Pongo algunos ejemplos: a México se le asocia con la música de mariachi; en cualquier lugar donde un mariachi interpreta melodías, se asocia a ese país. A Israel, se le conoce como la tierra prometida; Argentina, como la tierra del tango y del asado, y así muchos más. No siempre es una característica lo que los distingue, hay varias; sin embargo, eso va generando identidad. Hay personas que se sienten enormemente orgullosas de haber nacido en el lugar que les correspondió; lo defienden, lo disfrutan y lo hacen público, pero también hay lo contrario.
La forma de identificar a un país no es necesariamente a través de la música, su religiosidad o la comida; hay muchas otras, y estos son solo algunos ejemplos de cómo existen elementos distintivos de los cuales la mayoría de la sociedad se siente orgullosa. Esta situación nos lleva a preguntarnos, ¿cómo se le conoce a Guatemala? o ¿cómo deseamos que se le conozca a nuestro país?, debería ser algo de lo que la mayoría compartamos, hablemos, y sintamos que es parte de nuestro ser. La marimba, podría ser, pero existen muchas otras formas.
Un amigo mexicano me dijo hace algunas semanas que por razones de trabajo se había trasladado a la capital de Guatemala a vivir y que se sentía enormemente agradado de vivir acá, y que estaba viendo la posibilidad de traer a su familia y radicarse en definitiva en este país. Yo le pregunté, ¿a qué se debía su decisión? y me dijo: quiero que mis hijos crezcan en una sociedad como la de ustedes; aquí todavía las personas saludan cuando van en la calle, le dicen a uno pase adelante, le agradecen a uno, le desean un buen día, buen provecho o buenas tardes. Cuando uno sube a un ascensor lo saludan y le marcan a uno el número del piso al cual se dirige.
Eso ya no se ve en las sociedades que les llaman desarrolladas, pero en su sociedad todavía existe, y veo que en los pueblos es algo tan bonito de lo cual ustedes deben sentirse muy orgullosos. He visto con mucha preocupación cómo aumenta en distintos sectores, principalmente en los jóvenes, un elemento que permanentemente hace que se expresen de forma incorrecta cuando se refieren a su país: usan palabras soeces, tienen una opinión muy negativa del país y hablan o escriben cualquier tipo de insulto de la tierra que los vio nacer. Algunos desean ser de otro país. Contrario a eso, escucho a personas, que a pesar de que pasamos nuestras dificultades y carencias como país, se sienten orgullosos de haber nacido en Guatemala, no anhelan cambiar de residencia ni mucho menos se expresan mal. Eso es amor a la patria, y en celebración de nuestro 197 aniversario y de las fiestas patrias, es bueno analizar
sobre ello.