En nuestro sistema educativo, la aplicación de pruebas es un componente que se ha arraigado en los docentes para aplicar en el aula como herramienta que verifica aprendizajes alcanzados.
La tradición en el diseño de pruebas no ha cambiado mucho; las pruebas objetivas son utilizadas con frecuencia en todos los ámbitos, niveles y sistemas. Las pruebas subjetivas son poco utilizadas, por razones diversas, especialmente porque algunos creen que la calificación es compleja, y más bien no la saben usar.
En la empresa y otros espacios se usan las pruebas para diferentes fines. Las pruebas nos dicen qué tanto está mejorando la “calidad de la educación”. Anualmente se aplican pruebas a graduandos para determinar cuál es su nivel en áreas como matemática y lenguaje. Asimismo, se aplican pruebas para seleccionar a los docentes antes de asignarles un contrato laboral; también se aplican pruebas para ingresar en las universidades.
Los resultados que se obtienen son los referentes para la promoción de un grado a otro, de un nivel a otro. En los centros de aprendizaje formal: escuelas, institutos y universidades, las pruebas son temidas y son las que nos dicen cuánto saben los estudiantes. Un puntaje es el indicador para ser considerado que se aprobó o reprobó. Mucho he escuchado acerca de la forma en que se elaboran las pruebas, del tipo de preguntas que se plantean, de la forma de calificarlas, también de la discusión amplia de qué miden y qué no miden. He tenido la oportunidad de haber trabajado en los distintos niveles educativos, desde primaria, media y universitario, y me he dado cuenta de que existe un grave problema en los docentes de todos los niveles educativos en relación con la elaboración de pruebas.
¿Qué dicen los niños y jóvenes en relación con las pruebas que elaboran sus docentes? “…los profesores nos evalúan algo que no nos han enseñado”, “…preguntan temas rebuscados”, “…solo evalúan memoria”, “…de dónde sacaron esas preguntas”. Por lo que hemos revisado, el lenguaje usado para elaborar preguntas con fines evaluativos no es entendible, la redacción de preguntas es ambigua, las preguntas no tienen relación con los objetivos que se perseguían, las preguntas no tienen un diseño técnico.
Existe una grave dificultad, pues usamos la evaluación para decir si alguien pasa o no al nivel siguiente, y esa evaluación no es técnicamente bien elaborada; por lo tanto, cuánto daño habremos hecho diciéndole a alguien que no aprobó nuestra prueba y, por lo tanto, no puede seguir. Hemos pensado que con una prueba todo se puede medir, y eso no es así, dependiendo de los temas y las pretensiones será el tipo de prueba a usar. Por otro lado, no nos hemos atrevido a aprender y aplicar con mayores criterios, otras formas de evaluación: hojas de cotejo, escalas de Likert, guías de observación, guías de entrevistas, rúbricas, resúmenes, entre muchas otras.