Estamos a las puertas de la celebración del Día del Maestro, fecha que rinde homenaje a los profesionales más importantes en una sociedad. Esta celebración está ensombrecida ante la discusión pública y las acciones que los maestros organizados han tomado en torno a un nuevo pacto colectivo de condiciones de trabajo, tema que ha polarizado a unos con otros, a quienes apoyan a los maestros y a quienes se oponen en extremo a que puedan tener un incentivo económico a través de un pacto colectivo de condiciones de trabajo.
Fuera de esa discusión, escribo estas líneas que resaltan el trabajo del docente, de ese hombre o mujer que ha consagrado su vida a la noble función de generar aprendizajes, en busca del desarrollo pleno de los niños y jóvenes con quienes trabaja. La tarea del docente va más allá, tiene como función el resguardo y cuidado de los niños cuando son pequeños, en los niveles inferiores, así como el control, apoyo, conducción y orientación de la conducta de los más grandes. Tiene una gran función que se relaciona con el desarrollo de la paciencia, puesto que el docente debe trabajar a diario con los malos hábitos y conductas que los niños y jóvenes aprenden en casa. Esa realidad le desarrolla grandes niveles de paciencia y tolerancia, puesto que hay estudiantes abusivos, irrespetuosos, agresivos y más, que a diario ofenden a sus docentes, y ellos no pueden ni deben actuar de tal forma; deben respirar profundo y buscar las formas de reparar aquello que los niños y jóvenes traen mal desde el hogar.
La situación no es solo esa, se agrega la difícil relación que los maestros tienen con algunos padres de familia, que no están de acuerdo con nada, a todo le encuentran peros, y agreden verbalmente a los maestros, los ofenden, y, en general, los tratan mal. Esto es una muestra de lo que le corresponde hacer al maestro. Hay maestros consagrados que dejan su vida en las comunidades, que diariamente luchan por construir junto a sus alumnos un mejor futuro, esos maestros anteponen hasta su propia familia por su trabajo y su profesión. Hace unos días una persona me comentó sobre la salud de un amigo maestro; me señaló que tenía un problema con su vista y debía ser intervenido de urgencia, debía trasladarse del interior del país al Seguro Social en la capital; sin embargo, tenía pena de que otra persona atendiera a sus alumnos, pues él ponía todo su esfuerzo y dedicación para hacer bien las cosas y pensaba que otro no haría lo mismo.
Se resistía, y su argumento era que no quería faltar a sus clases, no quería desatender a sus estudiantes. Me pareció un verdadero ejemplo a señalar. Estoy seguro de que hay miles y miles de maestros comprometidos, que luchan por ser cada día mejores, porque de ello depende el desarrollo de las personas a quienes forman. Felicitaciones maestros en su día. Dios bendiga todo lo que hacen y cómo lo hacen. Seguimos comprometidos, igual que ustedes, en dignificar su labor desde nuestro particular escenario.