La forma tradicional en que pensamos que educamos a los hijos es decirles qué hacer y qué no hacer, enseñarles las cosas que consideramos buenas y las malas para que no las hagan, privarlos de determinadas situaciones o evitar que asistan a lugares que consideramos malsanos, inscribirlos en un “buen” centro educativo, entre otras cosas que para muchos son las mas adecuadas. En realidad, lo señalado aporta algo a preparar a los niños y jóvenes para su vida adulta, hay formas que son claves y que marcan más que otras. Debemos tener claro que la educación no es solo acumulación de conocimientos, la educación es más, oímos permanentemente comentarios de personas adultas que se dicen ser “buenas personas”, por la forma en que los educaron y corrigieron sus padres. Cuentan ejemplos de cómo eran castigados cuando cometían alguna acción incorrecta.
Las formas que nos comparten eran bastante duras y marcaban sus vidas. La mayoría de esas prácticas han desaparecido, todo ha cambiado. La manera en que se corrige a los hijos es uno de los aspectos que más ha evolucionado. En el pasado una mirada o una señal tenían un valor incalculable, ahora eso no tiene sentido. En la escuela, las vias tradicionales de disciplinar a los estudiantes iban desde golpes con regla, hasta castigos más severos, como estar hincado por horas, entre otras formas de hacer a los estudiantes “mejor” portados. Esos métodos generaban al inicio temor y, a partir del temor la conducta se iba moldeando, lo que no significaba que hubiera una concepción clara de lo que no se debía de hacer. Ser educado significa contar con las actitudes y valores necesarios, así como con conocimientos para enfrentar la vida de forma responsable y respetuosa, para con uno y con los demás.
No tiene sentido que uno diga a los hijos que no es bueno hacer determinadas acciones, si ellos ven que como adulto se hacen. Privarlos de asistir a determinados lugares que los padres sí visitan, decirles que no deben de consumir drogas, pero como adultos sí lo hacen, que cuando sean adultos deben ser trabajadores, mientras como padre se es holgazán, decirles que no deben mentir, mientras se evaden responsabilidades. Decirles que un hombre debe tratar bien a una mujer, pero se agrede física o psicológicamente a la esposa. Debemos ser coherentes, el ejemplo es la mejor forma de educar.