Esta es la época en la que recibimos participaciones de amigos o familiares para asistir a sus graduaciones. En las redes sociales se observa la cantidad de personas que dan gracias a Dios y a sus familiares por el triunfo obtenido. Recientemente vi unas fotografías del Dr. Daniel Domingo López, viceministro de Educación, de su graduación como maestro hace tres décadas, se observa el orgullo con que luce su título y el agradecimiento que mostraba a sus respetables padres, quienes muy orgullosos compartían con él esos recuerdos, también cuenta las limitaciones con las cuales enfrentó ese momento. En 1985, obtuve mi título de maestro de educación primaria, fui un alumno becado, provengo de una familia de escasos recursos, quedé huérfano de padre a los 15 años, valoro, reconozco y agradezco el esfuerzo de mi madre, quien con su trabajo diario y con la claridad hacia lo que deseaba que yo fuera en la vida, hizo todos los los esfuerzos para lograr que realizara mis estudios y llegara a graduarme. Estudié en escuelas rurales, institutos por cooperativa e institutos de educación básica y mi carrera en un instituto normal oficial. Considero que el mayor agradecimiento que uno puede darle a los padres o a quienes ayuden para realizar sus sueños, en lo relacionado a los estudios, es dedicarse a estudiar, no perder el tiempo y terminar los estudios. Siempre deben honrar a sus padres, nunca dejen de ayudarlos, ellos hicieron todo para que lograran sus metas y lo, mínimo que se debe hacer, es estar presentes en sus vidas y en sus necesidades. Conozco casos en que, los padres han luchado para que sus hijos alcancen sus metas, ellos logran el éxito y viven de forma muy holgada, sin embargo, los padres siguen viviendo con limitaciones, y cuando los hijos los visitan, quieren que se les atiendan sus gustos, sin importarles si hay recursos económicos para sus más caros deseos, de estos hijos hay muchos, se avergüenzan de sus orígenes, de sus padres y de las condiciones en que viven.
No hay nada más satisfactorio que sentirse orgulloso de sus orígenes, y además, honrar a las personas que lucharon para que uno llegara a donde está. Gracias estimada, distinguida y preciosa dama, doña Telma Rivas López, por todo, simplemente por todo. Es usted una gran señora, y para mí, una gran bendición que sea mi madre. Jóvenes graduandos, no olviden nunca que la meta alcanzada es clave para sus vidas y nunca dejen de agradecer a quien les apoyó para alcanzarla.