‘‘Habla para que pueda conocerte’’. Sócrates.
Sócrates, uno de los grandes filósofos griegos (470-399 a. C.), era considerado “el hombre más sabio de Atenas” y se le profesaba mucho respeto; es reconocido como el padre de la ética occidental o filosofía moral, fue famoso por lo articulado y agudo en su forma de pensar y solía iniciar diálogos y responder con preguntas. Su método (el método socrático) también se conoce como “ironía socrática”. Se dice que en una ocasión, llegó alguien a encontrarse con el filósofo y le dijo: ¿Sabes lo que escuché acerca de uno de tus discípulos? Un momento ,respondió Sócrates, antes de que me lo cuentes, puede ser una buena idea filtrar lo que me vas a decir. Es por eso que haremos “el examen del triple filtro”: el primer filtro es “la Verdad”: ¿Estás absolutamente seguro que lo que me dirás es cierto?… No, respondió la persona, solo escuché sobre eso. Muy bien, así que no sabes si es la verdad, dijo Sócrates. Continuemos con el segundo filtro, “la Bondad”: ¿Es algo bueno lo que me dirás sobre mi discípulo? No, al contrario, respondió el individuo.
Entonces, quieres decirme algo malo de él, pero además, no sabes si es cierto! señaló Sócrates. Vamos ahora por el tercer filtro, “la Utilidad”: ¿Crees que me servirá de algo saber lo que vas a decirme? No, volvió a responder con vergüenza.
Luego –concluyó Sócrates–, lo que querías contarme no es ni cierto, ni bueno, ni útil… Entonces, ¿para qué querría yo saber eso? Prefiero no saberlo y, en cuanto a ti, te recomiendo olvidarlo. La filosofía de Sócrates giraba en torno al conocimiento de uno mismo y priorizaba el alma y no el cuerpo, así como la posibilidad de iniciar un diálogo. Este gran filósofo griego también pensaba que las mentiras son las mayores asesinas, pues matan la verdad: la búsqueda de lo verdadero era una forma de vida de este filósofo, cuyas virtudes también incluían la paciencia, la sencillez y el autocontrol. Qué gran enseñanza nos deja este relato que se atribuye a una de las grandes figuras del pensamiento antiguo, principalmente cuando atañe a terceras personas, pues antes de hablar –especialmente si no son cosas positivas– debemos pensar y considerar lo que vamos a decir, para no cometer injusticias y perjudicar a los demás. No tratemos a otras personas, como no nos gustaría ser tratados. Al cuidar nuestras palabras, no solamente demostramos respeto hacia los demás, sino hacia nosotros mismos. Y, para finalizar, como dijo Sócrates –quien no dejó obras escritas–, en uno de los muchos pensamientos que se le atribuyen: “No hagas nada que sea vergonzoso, ni en presencia de nadie ni en secreto. Sea tu primera ley… respetarte a ti mismo”.