En la última década ha aumentado la preocupación por la trata, especialmente porque el mayor porcentaje de las víctimas son niñas, niños y mujeres.
El protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas define este delito como “La captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas, recurriendo a la amenaza o al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concesión o recepción de pagos o beneficios para obtener el consentimiento de una persona que tenga autoridad sobre otra, con fines de explotación. Esa explotación incluirá, como mínimo, la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o las prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos”.
Bajo la definición anterior, ningún país se queda afuera, siendo millones de personas en el mundo las que sufren de ese trato degradante. En ese sentido, los países se clasifican en territorios de tránsito, destino u origen; de tránsito porque el territorio es utilizado como una especie de puente para trasladar a la víctima de un país a otro; de destino, porque es el último lugar donde es llevada la persona para ser explotada; y de origen, se refiere a los países que captan a la víctima en su territorio para que sea explotada en ese mismo lugar o en uno distinto.
En la última década ha aumentado la preocupación sobre este flagelo, especialmente porque el mayor porcentaje de las víctimas son niñas, niños y mujeres. Por ello, a nivel internacional se han abierto espacios para tratar el fenómeno y buscar compromisos serios desde los gobiernos.
En el año 2010, se presentó el Plan de Acción Mundial para Combatir el Tráfico de Personas, el cual plantea afrontar el tema desde el fomento del desarrollo y refuerzo de la seguridad. Para el año 2013, los Estados Miembros de Naciones Unidas designan que cada 30 de julio se conmemore el Día Mundial contra la Trata; en el año 2015, se incluyen objetivos y metas relacionadas al delito dentro de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible; y dentro de los 19 puntos que conforman la Declaración de Nueva York, aprobada el año pasado, tres se enfocan en combatir la trata de personas y el contrabando de migrantes.
Como podemos ver, los compromisos adquiridos por los Estados son muchos y; por ello, las acciones deben ser protagonistas.