En el 2016, por primera vez, los países hablaron de la lucha contra el tráfico y consumo de drogas con un enfoque social y de derechos humanos.
En diferentes ocasiones hemos escuchado o leído que con el resto de países centroamericanos, servimos de puente entre los países que producen ciertos tipos de droga y los países que la consumen.
Con el transcurrir del tiempo, debido a la dinámica cambiante del ilícito, el problema de las drogas ha significado que los gobernantes busquen coincidir en espacios para proponer soluciones; ya que el flagelo sigue afectando a miles de personas, poniendo en riesgo la seguridad y la salud pública.
Como antecedente, en diciembre de 1987, la Asamblea General de la Organización de Naciones Unidas (ONU) emitió la Resolución 42/112, en la cual se insta a los países miembros a reforzar la acción y cooperación para alcanzar una sociedad libre de drogas, al mismo tiempo, para instaurar el 26 de junio de cada año como el Día Internacional contra el Tráfico Ilícito y Abuso de Drogas.
En el 2009 también se integró la Declaración Política y Plan de Acción sobre Cooperación Internacional hacia una Estrategia Integral y Equilibrada contra el Problema Mundial de las Drogas; no obstante, en 2016, la Asamblea General realizó un período extraordinario de sesiones, con el fin de fortalecer el anterior documento y poner de meta el cumplimiento de objetivos para antes del año 2019.
La realización de ese período extraordinario dio como resultado que por primera vez los países hablaran de la lucha contra el tráfico y consumo de drogas desde otra perspectiva, en el marco de los derechos humanos, el fortalecimiento de la cooperación internacional y vías alternas al desarrollo; es decir, de un enfoque meramente combativo, se tocó el tema de prevención y tratamiento.
Por otro lado, en el Informe Mundial sobre las Drogas 2017 de la Oficina de las Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (UNODC, por sus siglas en inglés), estima que aproximadamente 29 millones de personas, consumidores de drogas, sufren de trastornos y, por lo tanto, requieren tratamiento; sin embargo, solo 1 de cada 6 personas tiene la oportunidad de recibir la atención adecuada y oportuna.
Guatemala tiene grandes retos en cuanto al tratamiento de las personas que padecen de dependencia por el consumo de drogas, en nuestro espacio aún es un tabú hablar de estos individuos como enfermos y no como delincuentes, ya veremos si para el año 2019 hemos avanzado en ese y otros temas.