El Centro Cultural Miguel Ángel Asturias ofrece a la población recorridos guiados para conocer más de esta obra de la ingeniería y arquitectura guatemalteca
Ubicado en el Centro Histórico de la ciudad capital, este complejo cultural cambió de nombre para homenajear al premio Nobel de Literatura de 1967, Miguel Ángel Asturias. Fue diseñado por el arquitecto Efraín Recinos y es una obra maestra del diseño contemporáneo guatemalteco. Un lugar clave de la cultura en el país. Los recorridos guiados permiten a los visitantes conocer a fondo la historia de la arquitectura e ingeniería de este monumental lugar; estos, dirigidos por guías expertos, cuentan cada detalle plasmado en esta edificación.
El viaje por el Centro Cultural se inicia en un espacio muy íntimo y acogedor, en donde se muestra la forma en que era el estudio de la mente maestra de este espacio. Se observan detalles, planos, recuerdos y pinturas, entre otras piezas que eran del uso diario de Recinos, la forma en que se ubican a es la misma en que se encontraban cuando lo dejó.
A continuación se puede apreciar el lobby de la gran sala, en donde hay murales que crean la alusión a la cadena volcánica, los colores de las paredes ayudan a generar tranquilidad en los espectadores, al elevarla vista, en el centro está la lámpara abstracta, que cada quien que la vea puede imaginarla de una forma distinta. Lo que algunas personas ven en esos 964 focos son moléculas, átomos o el famoso juego de “yax”.
En el segundo y tercer niveles, los pisos son forrados de alfombras, los ventanales dobles, la madera y hasta la ropa del visitante contribuyen a tener una mejor acústica al estar dentro del Teatro Nacional. Los mejores puntos para ver cualquier puesta en escena son los palcos, los cuales ofrecen una vista panorámica a cualquier sitio del escenario.
En la platea se tiene acceso directo al escenario principal, en donde se logra observar a cada uno de los asistentes a la Gran Sala; también cuenta con un foso para orquesta, con una capacidad de 60 a 65 músicos, el cual por medio de un sistema mecánico, desciende hasta cuatro metros por debajo del escenario. Detrás de las bambalinas existen pasos directos a los camerinos y cambios rápidos, evitando así cualquier contratiempo en las puestas en escena.
Estos conectan directamente a otros pasillos, que llevan al Teatro de Cámara, los colores que predominan son cálidos, como amarillo, naranja y café, lo cual sirve para relajar los nervios de actores y actrices. En este punto se ve una de las maravillas de la ingeniería de este sitio, y es que el teatro está construido en tres fases, separadas por un pequeño espacio conocido como juntas de dilatación con caucho, lo que significa que la edificación es antisísmica.
El Teatro de Cámara cuenta con la misma acústica y tecnología que la Gran Sala, únicamente que está diseñado para 325 personas. Este recinto está exactamente debajo de la sala principal. La fachada del Teatro Nacional está cubierta por mosaicos colocados uno a uno, en donde se aprecia un jaguar, que en su cuerpo tiene la unión de dos volcanes. En la parte de enfrente se forma la marimba, y en una mayor dimensión, el caparazón de una tortuga.
La Plaza Mujeres tipifica un mercado con mujeres con canastos sobre sus cabezas. Es un punto para descansar y tomar el aire y da paso a ver el Teatro al Aire Libre, el cual es de tipo coliseo, estilo griego con una capacidad de 1 mil 800 espectadores. Esta construcción cuenta con una acústica para que quien hable en el escenario, sea escuchado en cualquier punto, y es en este donde se da por finalizado el recorrido.