Lo mágico y lo religioso convergen en una misma celebración: la Quema del Diablo. Hasta 20 días antes del 7 de diciembre, las calles y avenidas aledañas al Parque Colón se visten de rojo y negro, gracias a la creatividad de los piñateros, pero también a las tendencias que se incorporan cada año.
La Quema del Diablo permite a los piñateros dejar volar su imaginación. Con solo dos materiales básicos, alambre y papel, adaptan sus diseños a lo que el cliente les pida. Por ejemplo, en esta zona comercial, este año puede encontrar un diablo de dos metros de altura, cuya confección tomó un aproximado de una semana.
Crear estas piñatas es un trabajo en equipo. El armador prepara el “esqueleto” de alambre, mientras que el forrador le pone los detalles a la estructura con periódicos y papel blanco. Finalmente, el vestidor cubre la figura con papel china.
La labor artesanal se sella con el engrudo que los piñateros elaboran, a base de harina de yuca y agua.
Antes de ver al diablo retorcerse entre las llamas, recuerde que los niños siempre deben estar bajo la supervisión de un adulto, que no debe encender fogatas en los lugares por los que transitan vehículos, ni tampoco quemar plástico, llantas, duroport o materiales altamente inflamables.