Este arte efímero, que involucra el sentido del tacto, es ejemplo de tradición y devoción.
Según las sagradas escrituras, mantos y hojas de palma alfombraron la entrada triunfal de Jesucristo a Jerusalén. Este pasaje se replicó en la religiosidad popular, especialmente en la guatemalteca, mediante las alfombras de Cuaresma y Semana Santa. Por eso, una de las estampas que más se extrañará este año implica al tacto, con niños transportando palanganas de arena y adultos sumergiendo las manos en el aserrín de colores, para dar vida a cada obra. El especial Tradición y Devoción con cinco sentidos cierra con un repaso por la historia de este arte efímero.
Origen
Distintas teorías se manejan acerca del origen de esta tradición en nuestro país, explica Deyvid Molina, investigador del área de Religiosidad Popular del Centro de Estudios de las Culturas en Guatemala, de la Universidad de San Carlos (CECEG). Una de ellas se remonta a la costumbre mesoamericana de tirar flores o elementos ornamentales al paso de los soberanos indígenas; y otra la relaciona con la creación de tapetes en Tlaxcala, México, lugar del que procedían algunos acompañantes de Pedro de Alvarado.
Sin embargo, dice Molina, la teoría más difundida es la que afirma que la elaboración de alfombras, al igual que la de los Nacimientos, llegó de la mano del Santo Hermano Pedro, en el siglo XVII. Como muchas otras costumbres que subsisten en Guatemala, sus primeros registros están en la tradición oral, pues fue hasta el siglo XX que comenzó a documentarse de forma académica.
Interpretaciones
Una alfombra es un arte efímero que se ofrece a la imagen que va a pasar en procesión. “Su creación siempre tendrá diferentes interpretaciones. Puede ser una manera de agradecer un favor o un milagro; o simplemente una tradición que se ha heredado de generación en generación”, apunta el investigador.
El aserrín, formado por partículas que se desprenden de la madera y que son teñidas de diversidad de colores, es el material principal para elaborar estas obras, aunque también se hacen presentes flores, pino, corozo y viruta, señala Molina: “Recordemos que es un arte y, por eso, nunca vamos a encontrar dos alfombras iguales”.
Las alfombras del Centro Histórico capitalino y las de Antigua Guatemala son todo un ícono de la Cuaresma y la Semana Santa. Pero no son las únicas, el investigador del CECEG asegura que esta es una tradición que se extiende a otros lugares, como Quetzaltenango, Salamá (Baja Verapaz) y San Cristóbal Verapaz (Alta Verapaz).
Significado
Las alfombras son un acontecimiento de cohesión social que reúne familias, amigos y vecinos, y que este año, debido a las medidas de prevención y contención del COVID-19, no podrá realizarse. Sin embargo, Molina hace énfasis en que lo importante es retomar su significado. “Algunas páginas católicas han recomendado que las familias que elaboran huertos dentro sus hogares también puedan crear una pequeña alfombra en ese espacio. De esta forma, la esencia de las tradiciones estará presente”, concluye.