El artista compagina su trabajo visual con la literatura.
Prácticamente adonde quiera que va, Álvaro Sánchez (Guatemala, 1975) se hace acompañar de ciertos objetos: su lectura de turno, que bien puede ser Bolaño o Bukowski, sus libretas Moleskine y sus lápices de colores. Capturar con sus trazos escenas que pasan delante de sus ojos y de su mente es parte de su ejercicio como artista visual, pero también en su nueva faceta de escritor, elogiada ya en certámenes de México y España.
Arte latente
Álvaro Sánchez no es ajeno a la literatura, pues junto a la música, el cine y la pintura, esa rama del arte ha alimentado buena parte de su obra gráfica. Los primeros rasgos de sus escritos, sin embargo, se hallan en Los placeres desconocidos, columna musical que, en 2014, estrenó en Vida, del desparecido diario Siglo.21; y actualmente en Radio de Medianoche, que esta sección publica dos jueves al mes.
Las piezas visuales de Sánchez parecen contar pequeños relatos, así que trasladar esas historias que vivían en su mente a textos fue un proceso casi orgánico. “En 2017 empecé a hacer mis tanes en el microrrelato. Salió uno, luego otro y en ese ínterin revisité una colección de cuadros. Me pregunté qué pasaría si usaba esas imágenes para tratar de desconfigurarlas, pero con letras”, recuerda el artista.
Sánchez define sus microrrelatos como “una mezcla surrealista, que juega con el horror como un recurso para contar situaciones del día a día”. Explica que dentro de ellos hay cosas que suceden y son tangibles, y otras que deambulan en otras dimensiones. Es decir, bien pueden pasar en un café como dentro de un cuadro surrealista.
Letras viajeras
No podía detenerse, dice Sánchez, y acumuló un buen grupo de relatos que compartió, primero, con el periodista Gabriel Arana Fuentes, y luego con la escritora Vania Vargas. Ambos le dieron su visto bueno, pero no fueron los únicos, pues Devolución, una de sus piezas, resultó ganadora del Concurso Internacional de Cuento Corto, del Festival de Escritores y Literatura en San Miguel de Allende, en el que participó en febrero.
Justo mientras estaba en México, Sánchez recibió la noticia de que otro de sus textos será parte de la antología del VI Concurso Internacional de Microterrores, que se publicará próximamente en España. “Me pone en qué pensar. Como buen pesimista que soy no me la creo. Si yo hubiera sido discípulo tendría que haber metido el dedo en la herida”, confiesa el autor.
A Sánchez la escritura lo ha ayudado a expandir su espectro creativo; y ahora le dedica tanto tiempo como a las artes visuales: “Todo surge de las imágenes y de estar alerta con lo que sucede alrededor. La pintura es la gasolina de mis letras y por ahora van de la mano como si fueran novios. Creo que en algún momento cada una va encontrar su camino, pero ahora se necesitan”.
Sus textos los planea reunir en Mañana muerta de domingo, el título con el que bautizará su primer libro.