Quedan todavía un par de horas para que Sergio Ramírez presente Ya nadie llora por mí, su última novela, en Guatemala. Tiene una ronda de entrevistas por delante, pero aprovecha los minutos para recorrer Sophos y echarle un vistazo a los títulos que llenan las estanterías. Se le nota en su entorno, podría decirse que es uno más en librería; pero no, es el premio Cervantes, el primero de Nicaragua y de Centroamérica. El primero también cuya cercanía con nuestro país no es solo de palabra, sino de obra.
Segundo capítulo
Sergio Ramírez tiene clara una cosa: “Dolores Morales llegó para quedarse”. Por eso, en la primera página de Ya nadie llora por mí le armó a su protagonista una Wikipedia en la que resume su historia y los hechos de El cielo llora por mí (2009). Así nos ponemos al corriente de que el antiguo guerrillero dejó la división de antinarcóticos y ejerce de policía privado en un centro comercial venido a menos, hasta que un caso le hace salir de su órbita.
Más allá de saber que un personaje policíaco no sobrevive una sola novela, el autor utiliza el nuevo título para construir su ficción en la Nicaragua y la Centroamérica de hoy. “Somos dueños de una realidad anormal, una que en términos públicos no deja de estar llena de sobresaltos y sorpresas. Ese es un terreno muy rico para un escritor, pues los mejores escenarios son los que no se atienen a una situación estable”, expresa. Añade que nuestros países son, en este sentido, muy inquietantes.
Guiños guatemaltecos
Al principio del libro, Ramírez hace un guiño a Guatemala: el inspector espera en el salón de una lujosa residencia, rodeado de unos lienzos en los que sobresalen unos ojos firmados por Rodolfo Abularach. “Quería darle a la casa un ambiente orsonwelliano, muy de Citizen Kane y además reflejar mi propia admiración por el artista”, manifiesta.
Aunque las referencias a este país son constantes, como en ¿Te dio miedo la sangre? (1977), que se inicia en plena 6a. avenida. “Tenemos una relación muy afectiva, de medio siglo. La primera vez que vine fue en 1960. Me alojé en una pensión en la que se hospedaba gente de las provincias y comí en una mesa comunal con clientes y pasajeros. Me enamoró ese entorno rural, un tanto misterioso, que se parecía tanto a Nicaragua”, asegura el autor.
Precisamente, en 2017 Ramírez fue el encargado de inaugurar la Feria Internacional del Libro en Guatemala y de hablar de Miguel Ángel Asturias en el Cincuentenario de la entrega del Nobel de Literatura. Nadie le hubiera dicho que, a finales de ese mismo año, se sabría ganador del Cervantes, el premio más importante de las letras en castellano: “Estoy agradecido que se reconozca mi trayectoria, pero quiero seguir siendo la misma persona con o sin galardón”. Entre risas confiesa que aún no tiene el discurso preparado para la ceremonia que se realizará el próximo 23 de abril en Madrid, España.
Reflexión
Ramírez no se limita a crear ficción, desde 2012 realiza una destacada gestión al frente del encuentro de escritores Centroamérica cuenta. De ese festival literario y cultural se desprende el premio Carátula de cuento breve, que busca nuevas voces en la narrativa regional y que el año pasado ganó la guatemalteca Andrea Morales con El pájaro de fuego. “La literatura ya está en manos de jóvenes que nacieron en los años 80. Hay una búsqueda y una exploración de caminos distintos. Esto lleva consigo una seriedad en la palabra escrita, con menos improvisación y más reflexión. Espero mucho de esta generación”, puntualiza. Poco después, el público comienza a llegar, esa noche el lleno será total.