Cuando Valeria Cerezo comenzó a escribir, allá por 2008, se propuso nunca abordar el tema de la guerra en Guatemala, pues le parecía gastado. Aunque, a veces, a pesar de las intenciones, son las historias las que atrapan y así nació La flor oscura. La novela con la que este año fue nuevamente finalista en el certamen BAM Letras se presenta hoy a las 19:00 en librería Sophos, 4a. avenida 12-59, zona 10, Plaza Fontabella, 2o. nivel.
La germinación
Distintos relatos, pero especialmente el de un guardián obligado a trabajar para dos bandos, fueron las semillas que germinaron La flor oscura. Así, un buen día fue Pastor, el narrador de la novela, quien llamó a Valeria Cerezo a crear: “A veces uno como autor pierde la inspiración y le agarra algún bloqueo, pero yo empiezo a escribir lo que me nace. De pronto su voz creció en mi cabeza y solo sucedió. Mi trabajo surge de emociones y sentimientos”.
Más allá del discurso
Sobre esa mesa de caoba que heredó de su abuela, y que la acompaña durante sus procesos de creación, Cerezo logró darle al conflicto un toque humano. “Mi intención fue salir del discurso político y de las ideologías, y plantear la guerra desde la perspectiva de las personas que no estaban involucradas, que solo querían vivir su vida y a las que nadie les preguntó qué deseaban. Uno percibe la historia como se la cuentan y pocas veces es la gente común y corriente la que te lo dice”, explica la dos veces finalista del BAM Letras.
Conexión
En este texto, Cerezo dibuja escenarios que no son difíciles de imaginar, como San Juan Las Escobas y Xaculcá, pero también ve a través de los ojos de una idealista doctora o un muchacho conciliador, cuya complexión evoca a un Jesús de Nazaret. “Mis personajes y mis obras no trabajan para mí, sino yo para ellos. Al final, el lector debe convivir con su tristeza y, por eso mismo, puede conectarse y provocar la reflexión y la crítica”, manifiesta.
Una historia propia
Más allá de su labor como autora, Cerezo cumple un compromiso que se impuso cuando empezó en la literatura: despertar la inquietud por la lectura y la escritura en niños y jóvenes mediante cursos y talleres. “Guatemala necesita contar su propia historia. Todo el mundo la narra como quiere, pero la gente debe tener derecho, libertad y conocimiento para hacerlo”, concluye.