En su mesa de siempre, la que ocupa cada vez que visita El Che Cha, Álvaro Sánchez devora las páginas de A confederacy of dunces, de John Kennedy Toole. Es tal vez su forma de controlar la “crisis”, que antecede a una exposición y en la que empieza a dudar de todo. Algo normal, pues el artista está a punto de develar Las travesías inciertas, una muestra cargada de descubrimientos. La cita es mañana a las 19:00 en La Casa del Mango, 6a. avenida norte no. 66, Antigua Guatemala. La entrada es libre.
Hallazgos
En Las travesías inciertas, Álvaro Sánchez deja de lado los collage y coquetea con la pintura abstracta. El artista recuerda que esa etapa comenzó mientras revisitaba la obra de uno de sus héroes pictóricos, el catalán Antoni Tàpies. “Fue algo muy instintivo, porque lo que había hecho anteriormente era mucho más estructurado. Un día me levanté, fui a mi pequeño estudio y me pregunté cómo empezar”, asegura.
Sánchez tiene una teoría y es que si quiere volver loco a alguien, debe encomendarle una pieza abstracta. Sin embargo, no se queja de su proceso, que estuvo marcado por uno que otro afortunado accidente, pero sobre todo, por muchos hallazgos. “Buscaba mancharme aún más las manos y experimentar con otro tipo de materiales. Nunca había usado la pintura de látex o el carboncillo, pero quería regresar al estado de disfrutar el dibujo o simplemente los trazos. Otro elemento fue el papel acuarela en el que encontré muchas más posibilidades que en la tela. Fue algo curioso, me emocioné y me dejé llevar”, comenta el artista.
Imágenes para emocionar
Sobre el suelo, su espacio favorito de creación, Sánchez produjo aproximadamente 200 piezas, de las que finalmente 23 integran esta colección: “Este trabajo me ha llevado a partes raras de mi obra y de mi cabeza. Son imágenes que te emocionan y quisiera que esa sensación la tuvieran los visitantes. Es una mezcla entre lo que consideras real y lo que no ves”.
De regreso
No todo es novedad en Las travesías inciertas, pues para su tercera exhibición del año, el autor regresa a un viejo conocido: La Casa del Mango. “Fue el primer lugar en el que expuse individualmente y existe mucho cariño. En nueve años, este espacio ha presenciado tres épocas de mi obra: digital, digital manual y ahora pintura abstracta”, finaliza.
