Este domingo se cumplen 74 años desde cuando Francisco Morales Dardón subió hasta el antiguo pebetero del Estadio Revolución y encendió la flama en ocasión de los VI Juegos Centroamericanos y del Caribe. Guatemala celebraba sus justas y estrenaba escenarios de lujo en la Ciudad de los Deportes.
La construcción de aquellos recintos se prolongó por dos años, pero todo estaba listo para ser habilitado por el entonces presidente Juan José Arévalo Bermejo, el 25 de febrero de 1950. “En presencia de ilustres visitantes y amigos y de los delegados de los VI Juegos Centroamericanos y del Caribe, declaro estos solemnemente inaugurados, por el bien del deporte, fraternidad de los pueblos y grandeza de América”, dijo el mandatario en su discurso.
Con intención de presentar una organización decorosa y digna del encuentro deportivo regional, se construyeron el Estadio Nacional de la Revolución, que en 1952 fue bautizado como Mateo Flores, y desde 2016 pasó a ser Doroteo Guamuch Flores; el gimnasio, que lleva el nombre de Teodoro Palacios Flores; la piscina olímpica multidisciplinaria, el Teatro al aire libre, que ahora es el Coliseo de la Federación de Bádminton y Levantamiento de Pesas, y las canchas de tenis; además del Palacio de los Deportes, donde se encuentra la Confederación Deportiva Autónoma de Guatemala.
Según cuenta el relator de la Escuela de Historia de la Usac Mauricio Chaulón, este complejo deportivo “es una de las herencias de la Revolución del 20 Octubre, pues con el nuevo gobierno de Arévalo se gestionó la sede de las justas deportivas y se procedió al diseño y construcción”.
“Para esta elaboración se utilizaron los terrenos de la finca La Palma, la cual fue confiscada al expresidente Manuel Estrada Cabrera, quien estuvo en el poder desde 1898 hasta 1920. Esta finca se extendía hasta el lugar que actualmente se conoce popularmente como La Limonada, donde se iba a construir un diamante de beisbol, pero se decidió mejorar el de la zona 2, que ahora lleva el nombre de Enrique Torrebiarte”, contó Chaulón.
“La particularidad de los VI Juegos Centroamericanos y del Caribe es que participan países como México, Colombia, Venezuela, Cuba y República Dominicana, entre otras islas, y Guatemala logró un exitoso quinto puesto”, reflexionó el historiador.
“Para su época, todas las construcciones fueron elaboradas con los mejores materiales y eso ha hecho que hayan soportado el paso del tiempo, así como el terremoto de 1976 y otros temas de clima sin haberse dañado. No obstante, con el crecimiento demográfico y las nuevas tecnologías ya empiezan a quedarse rezagadas, pero estructuralmente están hechas para durar muchos más años”, consideró Chaulón.
“Lo recomendable sería que los gobiernos actuales inviertan en instalaciones modernas y cuestionar a los que precedieron al Gobierno de Arévalo, en qué han invertido en el deporte”, concluyó el referido. En esa oportunidad compitieron 1 mil 319 atletas, de 14 naciones, en 19 deportes diferentes. Para el país se conquistaron 59 metales, de los cuales 9 fueron de oro, 25 de plata y 25 de bronce.
El atletismo tuvo excelentes resultados con 2 preseas doradas para Luis H. Velásquez, 2 plateadas de Doroteo Guamuch Flores y triple bronce para Graviola Ewing. Mientras que Dolores Castillo se distinguió como medallista en clavados. El futbol también se colgó la plata, con una selección comandada por Mario Camposeco y Carlos Pepino Toledo.