Madrid, EFE.-
Apagado por el Oporto, el Atlético de Madrid reinició su persecución de la Liga
de Campeones con un empate escaso, frustrado y reducido siempre por la
granítica estructura, la presión y el plan efectivo del conjunto portugués y al
filo de la derrota en dos momentos claves, salvado por el poste y por el VAR.
El palo repelió lo que nadie habría más hubiera podido frenar en el comienzo de
la segunda parte, con un centro-chut de Otavio, y la revisión del vídeo, ya en
el 80, evidenció algo a lo que, a simple vista, no había atendido prácticamente
nadie -sólo Giménez- cuando Taremi culminó con la mano el regalo de Lodi. Gol
invalidado.
En toda la noche, el Atlético nunca fue el equipo que pretende, el que desprende
su colección de nombres o su condición de actual campeón de la Liga. Ni en
ataque ni en defensa. No jugó el partido que quería, peor que su adversario
casi siempre, aturullado por el mérito del Oporto y advertido seriamente de la
complejidad que le espera para avanzar a octavos. También compiten Liverpool y
Milan.
Simeone eligió a Joao Félix ante el Oporto. Ni a Griezmann ni a Correa. Una
demostración de confianza en el atacante portugués. Un proyecto aún de figura
al que se le presuponen muchas cosas. Tiene talento, fútbol, desborde… Pero a
ratitos, aún sin constancia. Todavía no es decisivo como debe serlo. Lo parece.
Y no lo es.