Le Grand Bornand, EFE.-
Apenas han durado unas horas las dudas sobre la superioridad extraordinaria del
esloveno Tadej Pogacar en el Tour de Francia.
Un día después de que su equipo se viera incapacitado para echar abajo una
escapada con hombres de prestigio, lo que alimentó las dudas sobre su posible
victoria final, el líder del UAE acalló bocas con un ataque lejano, tan fuerte
como eficaz, que dejó visto para sentenciar su segundo Tour.
A sus 22 años, el joven prodigio esloveno se enfundó por segunda vez en su
carrera un maillot amarillo y puso rumbo directo a su segundo triunfo
consecutivo en la ronda gala.
Ninguno de sus rivales encontró argumentos ya para pensar que el primer puesto
del podio de París tendrá otro inquilino diferente al del año pasado y todo
apunta a que las estrategias se dirigirán ahora a repartirse el resto de los
honores que entrega la carrera.
Pogacar, que ya asestó un golpe letal al Tour en la contrarreloj del quinto
día, demostró que también en la alta montaña es el más fuerte. Sin oposición.
Picado en su orgullo, molesto con las críticas que recibió su equipo la víspera
por no saber controlar la carrera, el esloveno decidió acallar bocas y no negó
que su actuación tuvo mucho que ver con la venganza.
“Todos corrían contra nosotros. Hoy he pensado que la mejor defensa era un buen
ataque”, afirmó en la meta.