Barcelona, EFE.- De plástico flexible, de plástico duro, inflable y/o
desmontable, de madera y de tamaño variable. Comprar una piscina de estas
características se ha convertido en el sueño imposible de muchos nadadores de élite,
que quieren seguir en contacto con el agua en este período de confinamiento.
Desde que todos los nadadores observaron con un punto de envidia el video que
la nadadora holandesa Sharon van Rouwendaal, campeona olímpica de los 10
kilómetros en aguas abiertas, colgó en su perfil en Instagram en la que se le
veía nadando en una piscina de plástico con un tirante oponiendo resistencia,
la búsqueda de estas piscinas “de juguete” se han convertido en una obsesión.
La triateta española Judith Corachán aprovechó el espacio que tenía en el
garaje de su casa para sacar el automóvil a la calle y montar una piscina. “No
tiene nada que ver con nadar en una piscina olímpica, lo único que busco es
tocar agua”, dijo en unas declaraciones a EFE.
Pero en otros muchos casos, la falta de espacio impide instalar una piscina,
aunque sea de pequeñas dimensiones. El problema es que teniendo espacio,
tampoco hay disponibles y algunos de los distribuidores que tienen, no tienen
transporte para hacer llegar el encargo al cliente, en este caso un cliente de
primera clase.
Las piscinas son un producto de lujo y en algunos casos de primera necesidad
como en estos días han sido las bicicletas estáticas, las elípticas o los
rodillos para ciclismo indoor.
Tecleando en la página online de
compras que todo el mundo tiene en la cabeza, las opciones son variadas. Desde
la más económica (99 euros, 3 mil 834 litros y unas dimensiones de 300x200x75
cm) a la más cara, que cuesta 7 mil 400 euros (834x492x138 cm) y casi 41 metros
cúbicos de agua.
Jessica Vall, medallista en el Mundial de 2015 y con 3 preseas en Europeos,
lleva días buceando las tiendas online.
Acostumbrada a nadar entre 60 y 70 kilómetros semanales, lleva 2 semanas sin
poder dar una brazada.
Su máxima aspiración es aprovechar la terraza de 5 metros de su piso en
Vallirana para instalar una piscina de 3 metros, ese es su máximo sueño, aunque
el cambio de fechas de los Juegos le han quitado mucha ansiedad.
Su entrenador, Jordi Jou, comentó a EFE
que este tipo de entrenamientos en piscina inflable y tirantes es “operativo y
efectivo” porque “no se pierden las sensaciones y gestos técnicos” que es lo
que pierde antes.
Consultado por EFE, el francés Fred
Vergnoux, entrenador jefe de la natación española y máximo responsable del
entrenamiento de Mireia Belmonte, cree que ahora es “la única manera” que
algunos nadadores han conseguido poder estar en contacto con el agua.
Jou asegura que con este trabajo “en estático” se pueden trabajar “sensaciones,
técnica, potencia, velocidad y piernas”, aunque por contra “el principal
trabajo que se hace dentro del agua, el cardiovascular, no se puede trabajar
así”.
Y Vergnoux coincidió plenamente: “Nadar en posición estática, con una goma de
resistencia, es muy positivo para poder simplemente entrenar la gestual específica
y el movimiento dentro del elemento acuático”.
En todo caso, los nadadores han sido uno de los colectivos más beneficiados por
el aplazamiento olímpico. Prohibida la utilización de piscinas, saben que ahora
no hay tanta prisa.