Para la representación guatemalteca fue la primera vez que se logró un total de 19 medallas en unas justas panamericanas. Así se cerró el capítulo en Lima 2019, pero con la sensación entre los aficionados de que pudo hacerse algo más, sobre todo en la cuenta de las medallas de oro, en la que solamente se sumaron 2.
Guatemala venía de conquistar 7 preseas doradas en Guadalajara 2011, donde se había logrado la mejor cosecha (14) y 6 en Toronto 2015 (10 en total), por lo cual el público esperaba que esa cifra al menos se equilibrara.
En las redes sociales he leído comentarios encontrados, de gente que felicita el esfuerzo de los medallistas, pero también hay otros que manifiestan que no hay excusas para la inversión que se hace en los atletas.
Hubo otros que incluso publicaron expresiones como “fueron a pasear”, en referencia a aquellos que no lograron traer de vuelta una presea, pues de 145 deportistas que viajaron a Lima solamente una veintena regresó con laureles puestos.
Desde mi punto de vista, esas 9 medallas de plata estuvieron a muy poco de tornarse en oro y realmente se debe valorar el trabajo y las extensas horas de entrenamiento de los deportistas nacionales, pues se debe ver el vaso medio lleno en una actitud más positiva hacia quienes nos representaron.
A todos los que no ganaron tampoco les puedo decir perdedores, porque todos dieron lo mejor de sí para alcanzar el podio. Hubo quienes se quedaron a las puertas, en una semifinal, otros dieron batalla y murieron con las botas puestas. Por primera vez se lograron medallas en deportes como el ráquetbol, patinaje, karate masculino, golf, fisicoculturismo y tiro con arco.
Lo mejor es disfrutar de los juegos y apoyar a nuestros atletas, que han pasado ciclos preparándose para estar ahí y defender nuestros colores patrios. No es fracaso, es un triunfo para todos.
