Marroquín promueve a guatemaltecos en justa de Olimpiadas Especiales.
Junto a otros 29 países, Guatemala busca enviar un mensaje de inclusión y respeto para los atletas con capacidades especiales, durante el torneo invitacional Mundial de Tenis de Olimpiadas Especiales, que ayer fue inaugurado en Santo Domingo, República Dominicana, y en el que la delegación de atletas guatemaltecos fue acompañada por la primera dama de la nación, Patricia Marroquín.
El grupo de competidores nacionales está integrado por cuatro deportistas, quienes se lucieron en el desfile inaugural.
Durante esta justa, que reúne a 230 deportistas, Marroquín, junto a su homóloga de República Dominicana, Cándida Montilla de Medina y otros funcionarios, será testigo de la firma de un acuerdo entre la Organización de Estados Americanos y Olimpiadas Especiales Internacionales, para dar impulso a este tipo de encuentros deportivos.
En junio pasado, cuando Guatemala fue sede del II Torneo Centroamericano y del Caribe de Fútbol Unificado, la primera dama agradeció a Olimpiadas Especiales por creer en el poder del deporte e invitó a los países de Latinoamérica a promover la inclusión en diferentes ámbitos.
En la competencia, que tendrá lugar en el Parque del Este, una de las sedes de los Juegos Panamericanos 2003, Diana Monterroso, Kimberly Martínez y Roger Ramírez, quienes se unieron al atleta unificado Jaime Machorro, representarán a la Azul y Blanco.
Estos atletas estarán bajo la dirección del entrenador Giovanni Rangel.
Para Monterroso, este torneo será un fogueo de gran importancia previo a su participación en los Juegos Mundiales, que tendrán lugar en 2019 en Abu Dhabi, Emiratos Árabes Unidos.
Además de este torneo mundial, que concluye el 16 de noviembre, República Dominicana será sede del Congreso Global de Atletas y la reunión anual de la Junta Directiva de Olimpiadas Especiales Internacional.
Los tres eventos son parte de las actividades conmemorativas de la celebración del 50 aniversario de Olimpiadas Especiales, un movimiento que fue fundado por Eunice Kennedy Shriver en 1968.