Lavadoras y secadoras de ropa y duchas móviles han sido facilitadas para las personas afectadas por la tragedia que dejó la erupción del volcán de Fuego y que se encuentran en los albergues a cargo de la Secretaría de Obras Sociales de la Esposa del Presidente (SOSEP).
En el Instituto Simón Bergaño y Villegas, hace una semana fueron instaladas 2 lavadoras y 2 secadoras, donadas por una institución benéfica no lucrativa, dijo Julio Recinos Herrera, responsable del albergue.
Los damnificados, explicó Recinos, están organizados en grupos para que puedan hacer uso de los aparatos y cuenten con ropa limpia, con lo cual se coadyuva a su higiene.
“Aparte está la colaboración de oenegés, que capacitan a los padres de familia para informarles sobre buenas prácticas de higiene, desde cómo lavarse las manos, como un recordatorio sobre los cuidados tanto para ellos como para sus hijos”, agregó el entrevistado.
En este espacio también se han ubicado 6 duchas móviles, además de los módulos fijos para hombres y para mujeres. Son 452 personas albergadas en el lugar.
Agua suficiente
Silvia Johana Rodríguez Muñoz, de la comunidad La Reina, comentó que además tienen agua suficiente para la limpieza del lugar y así evitar el brote de enfermedades. En el albergue de la Escuela Nocturna José Martí, también en Escuintla, hay 2 lavadoras e igual número de secadoras, que están en proceso de instalación. Las 746 personas refugiadas tienen acceso a 30 duchas móviles, separadas para cada sexo, y 9 pilas móviles, además de las fijas. En este espacio tampoco hay problemas por el agua, y hay suficiente para lavar ropa y para bañarse, secundó Thelma Hernández Morales, quien vive con sus hijas y nietas. Son 3 mil 636 personas albergadas en 16 espacios habilitados.
Apoyo médico cubano
Desde el día de la tragedia por la erupción del volcán de Fuego, el 3 de junio, en coordinación con el Área de Salud de Escuintla, 26 médicos cubanos han apoyado en la asistencia a las personas afectadas.
Orlando Díaz, galeno de la brigada médica cubana, indicó que 13 días después del desastre se sumó otro grupo de apoyo de 20 facultativos, quienes están distribuidos en los espacios de refugio.
Al inicio, relató Díaz, se colaboró con las secuelas de la tragedia, como quemaduras o accidentes, “ y no hemos tenido ningún brote o emergencia, pero es gracias al trabajo mancomunado con las instituciones de Gobierno. Cada campamento cuenta con un epidemiólogo que hace un recorrido diario”, afirmó.