Carmen Lorena Gatica Sánchez y Elsa Odilia Salguero Carrillo tienen tres cosas en común: son maestras, aman su trabajo y se trasladan desde kilómetros para llevar el pan del saber a la niñez de las comunidades Los Mixcos y Potrero Grande, en Palencia, Guatemala.
Los esfuerzos que muchos profesores hacen por la educación del país implican sacrificios familiares, incluso dejar el lugar de origen y establecerse en la comunidad donde desempeñan su labor.
Por entregas como estas, el Gobierno se ha propuesto dignificar al magisterio e incentivar su deseo por profesionalizarse en la universidad, con el objetivo de fortalecer la cobertura de la educación con calidad.
Muestra de esto es el traslado, en 2017, de no menos de 4 mil 184 profesores del renglón 022 al 011, y se espera que este año 29 mil docentes que están en el 021 también pasen al 011.
Dar y recibir, privilegio de ser docente
Una de las experiencias de amor por la enseñanza de la niñez es la de Carmen Lorena Gatica Sánchez, profesora de segundo primaria en la Escuela Oficial Rural Mixta Potrero Grande. Todos los días, a las 5:30, sale de San Antonio La Paz, El Progreso, Guastatoya, donde reside. Es una rutina que lleva hace 5 años, cuando comenzó a formar a los menores de la comunidad.
Su lugar de trabajo es también un espacio para tener cerca a su hijo, José Pablo, quien estudia el primer grado en el mismo centro educativo. Ambos se acompañan en el viaje diario; ella imparte sus conocimientos y él se forma.
La decisión de llevarlo a instruirse en el establecimiento es porque dejarlo estudiando en su localidad implicaba no estar pendiente de él. Además, el lugar donde ella se desempeña es sano y tranquilo, según indicó.
La docente relata que se levanta temprano, prepara el desayuno, que a veces comen en el trayecto hacia la escuela o al llegar a ella. De Palencia hasta la comunidad donde ejerce su profesión se moviliza en tuc-tuc, que en época lluviosa no circula por las condiciones de la carretera.
La rutina se cierra con el retorno a casa, donde los espera el papá, para ella, y abuelo de José Pablo. “A mi papá no lo puedo dejar, desde que mi mamá murió solo me tiene a mí. Soy su compañía. Entonces, estoy acá y estoy allá”, expresó.
Ya bajo techo cumple los quehaceres que le corresponden como madre y comienza a trazar su plan de enseñanza para el siguiente día.
El vínculo con la comunidad
Oriunda de Jalapa, Elsa Odilia Salguero Carrillo tiene 15 años de ser maestra. Comenzó dando clases en la Escuela Tipo Federación No. 1 de Palencia. Posteriormente fue trasladada a la Escuela Oficial Rural Mixta No. 77 Los Mixcos, en el mismo municipio.
Es consciente de que su trabajo no es de únicamente medio día, sino que es un proceso para formar a los niños durante toda su vida; por lo tanto, es también un aporte a la sociedad. Segura de ello, se ha trasladado a vivir a Palencia, y viaja a su lugar de origen cada 15 días.
Estos sacrificios demuestran la verdadera vocación de los docentes, que lo dejan todo con la convicción de que es necesario dar un granito de arena por el bienestar del país.
“Estoy complacida con esta labor, porque es un vínculo grande. Es un lazo que va más allá de los niños; alcanza a la familia y a la comunidad, esa comunidad a la cual nos proyectamos y nos debemos”, manifestó la profesora.
Pese a recibir un sueldo, Salguero aseguró que con su función tiene la oportunidad de desempeñarse en algo que le gusta y que, con toda convicción, hará cambios importantes en la vida de esos niños, porque es satisfactorio ver el desarrollo y el éxito de quienes instruye.
La profesora sabe que la formación nunca cesa. En esa línea, con mucha satisfacción, expuso que, además de ser maestra de primaria, tiene el título de enseñanza media con especialidad en Ciencias Naturales y Orientación Ambiental, y ya cerró la Licenciatura en Investigación Educativa.