Miguel Jiménez y María Porcel, El País / EFE
El primer debate entre Kamala Harris y Donald Trump ha estado marcado por duros intercambios de golpes. La vicepresidenta y candidata demócrata ha arrinconado en varias ocasiones al expresidente y aspirante republicano, que se ha atrincherado y se ha mostrado cada vez más agresivo.
El tenso cara a cara, marcado también por las descalificaciones personales, era una cita decisiva para convencer a los indecisos que representan el 8 por ciento del electorado.
Desde el plató de ABC News en Filadelfia se han sucedido los ataques mutuos sobre la economía, la principal preocupación de los estadounidenses, inmigración, política exterior y aborto. Harris logra dar un nuevo impulso a su campaña tras relevar a Joe Biden en la carrera hacia las elecciones del 5 de noviembre.
Si la llegada al plató ha sorprendido, por el momento en el que Harris ha acudido a saludar y darle la mano a Donald Trump, el final del debate, tras una hora y 45 minutos y 13 bloques temáticos, ha sido como se esperaba: escueto y frío. Tras el cierre (por parte de Trump, tal y como le había tocado por sorteo), los dos aspirantes a la Casa Blanca se han marchado del plató sin despedidas, sin darse la mano, sin un adiós.
Trump ha sido el primero en salir y Harris lo ha hecho inmediatamente después, aunque luego ha regresado, brevemente, junto a su esposo, Doug Emhoff, para despedirse, desde la distancia, de los presentadores.