Jon Martín Cullell
‘Ciudad de Dios: la lucha no para’, la serie que da continuidad a la galardonada película brasileña, llega a la pantalla chica este domingo con la misión de encontrar un equilibrio entre la extrema violencia del narcotráfico y el potencial de los habitantes de las favelas.
Más de dos décadas después de que la película atrajera la atención de miles de espectadores alrededor del mundo a las luchas en la periferia de Río de Janeiro, HBO y la productora O2 Filmes resucitan la estética y algunos de los personajes para hablar de una nueva realidad.
“Los personajes que sobrevivieron a la película volvieron ahora”, bromea en entrevista con EFE Fernando Meirelles, director del largometraje y ahora productor de la serie.
Los narcotraficantes siguen allí, igual de violentos y listos para apretar el gatillo, así como los políticos corruptos, con sus sobres de dinero y la sed de poder.
Además, han hecho su aparición nuevos actores como las milicias, los grupos de antiguos policías que hoy en día se disputan el control de las favelas con el narco.
“Antes el crimen tenía cuchillo, ahora lleva ametralladora”, relata en el primer capítulo el fotoperiodista de sucesos Buscapé, narrador tanto de la película como de la serie e interpretado por Alexandre Rodrigues.
Y en los primeros capítulos de ritmo trepidante, efectivamente, los tiros de ametralladora no faltan cuando un antiguo pandillero recién salido de prisión empieza a luchar contra su antiguo patrón por un hueco en los negocios.
Pero, en un contexto en el que proliferan las series sobre narcotraficantes latinoamericanos, ‘Ciudad de Dios’ quiere dar un paso más; no quedarse en el baño sangre, sino mostrar esta vez el punto de vista de los habitantes de la favela.
“Mostramos cómo en las comunidades está surgiendo el movimiento negro y cómo los que antes eran víctimas se están convirtiendo en protagonistas y empezando a cambiar la sociedad”, explica Meirelles.
La resistencia de los vecinos
Entre tiro y tiro, hay destellos de lo que dice Meirelles: el líder social Barbantinho busca presentarse a regidor en el Ayuntamiento de Río de Janeiro y el propio Buscapé empieza a preguntarse si debería fotografiar menos truculencia sensacionalista y más escenas de resistencia por parte de los vecinos.
Y también está Berenice, una peluquera de armas tomar que regresa a la favela después de varios años y que está alerta por si a su novio se le ocurre meterse a hacer fechorías.
“No es nuestra guerra; es la suya. Si escoges la vida de criminal, estás fuera de mi vida”, le advierte ella.
“No lo hago por convertirme en criminal, sino por la comunidad”, responde él, una referencia al solapamiento que hay a veces entre el papel de narcotraficante y el de proveedor para zonas históricamente ignoradas por las autoridades.
La actriz Roberta Rodrigues, que hace de Berenice tanto en la serie como en la película, afirma a EFE que ya es hora de hablar de “esperanza”.
Rodrigues nació y creció en la favela del Vidigal en Río de Janeiro y se formó como actriz gracias a un proyecto de teatro impulsado por una ONG y dirigido a los habitantes de la periferia.
“Sabemos que en las favelas solo el 1 % está dedicado al crimen… Es un lugar normal con gente que trabaja, que sueña, y que son atletas increíbles como vimos en los Juegos Olímpicos”, afirma.
La serie, dirigida por el cineasta brasileño Aly Muritiba, estará disponible en HBO Latino en EE.UU. y en la plataforma Max en el resto de países, con un nuevo capítulo cada domingo por la tarde