Washington, EFE
La directora del Servicio Secreto estadounidense, Kimberly Cheatle, renunció ayer tras las críticas recibidas por los errores en la seguridad del mitin en Butler (Pensilvania), en el que el expresidente Donald Trump sufrió un intento de asesinato.
El lunes pasado, la funcionaria compareció en un comité de la Cámara de Representantes y afirmó que el intento de matar al expresidente supuso el “mayor fallo operativo” de la agencia “en décadas”. Asumió “la responsabilidad completa” de su agencia y aseguró que coopera con las averiguaciones.
Trump fue herido de bala en una oreja mientras participaba en un mitin. El tirador había trepado a un tejado a unos 140 metros del expresidente, aunque fuera del perímetro del resguardo.
Testigos habían alertado desde dos minutos antes de los disparos de la sospechosa presencia del agresor, un joven de 20 años, cuyos motivos aún se desconocen y que fue abatido por agentes del
Servicio Secreto.
El Departamento de Seguridad Nacional (DHS), del que depende esta unidad, anunció el comienzo, por orden del presidente Joe Biden, de una investigación independiente de lo ocurrido con miembros de los dos partidos, que debe concluir en 45 días.