Redacción, EFE
Ayer, militares bolivianos pusieron en alerta a la comunidad internacional. Militares fuertemente armados tiraron con un tanque las puertas de la sede de gobierno, bajo el mando del que hasta ese momento era el comandante general del Ejército, Juan José Zuñiga (capturado).
Tras horas de tensión, las tropas se retiraron, mientras el presidente, Luis Arce, anunció el cambio de todo el alto mando castrense y consideró los hechos como “intento de golpe de Estado”.
El repudio a las intenciones golpistas no se hizo esperar. La Organización de Estados Americanos y otros países reprocharon y exigieron el respeto de la democracia.
Un país de golpes
La inestabilidad política de Bolivia es añeja y data desde 1964, cuando se inició una sucesión de asonadas castrenses inéditas por su número en cualquier otra parte del mundo. En 180 años de independencia, el promedio es de un gobierno cada 25 meses.
Desde su fundación como república, en 1825, la historia de Bolivia ha sido un rosario de dictaduras militares y civiles, triunviratos, juntas de gobierno, presidentes que no terminaron sus mandatos y decenas de golpes de Estado, sin contar alzamientos
militares frustrados.
Un caso inédito se produjo en 1930, cuando el presidente Hernando Siles dejó el cargo a su gabinete de ministros, en un gobierno que duró apenas 30 días y fue derrocado.
La única presidenta de Bolivia fue Lidia Gueiler, quien asumió en 1979 como titular de la Cámara de Diputados, tras fracasar el sangriento golpe del general Alberto Natusch Busch. Un año más tarde la derrocó otro general.
Otro gobernante, el teniente coronel Germán Busch, héroe de la guerra del Chaco (1932-1935), se suicidó en el ejercicio del mando en 1939, mientras que Hernán Siles Suazo fue secuestrado durante 10 horas el 30 de junio de 1984 por un grupo armado que planeaba un golpe de Estado.
En sus 180 años de vida, Bolivia vivió 97 años con mandatos de militares, 82 de civiles y uno bajo la dirección de juntas cívico-militares.