EFE
San José.- De rodillas con brazos en cruz, ante una barricada, porta una bandera blanca y la tarjeta de prensa de Nicaragua. Se le ordena tumbarse bocabajo. Un guardia lo golpea con un puntapié. El guardia se retira unos pasos, ve hacia su derecha a otros oficiales que parecen darle una seña, coloca su rifle en posición y le dispara en la sien.
Así quedó registrado el asesinato en Nicaragua de Bill Stewart, corresponsal de la cadena estadounidense ABC, ocurrido el 20 de junio de 1979, cuyas imágenes, filmadas por su camarógrafo, Jack Clark, dieron la vuelta al mundo.
Stewart, de 37 años, cubría los enfrentamientos armados entre los guerrilleros sandinistas y la Guardia Nacional días antes del derrocamiento de Anastasio Somoza Debayle, el 19 de julio de 1979.
Somoza Debayle perdió el apoyo de EE.UU.
“Horrible decirlo, pero la muerte cruenta de Bill Stewart significó un paso decisivo hacia la debacle irreversible de la dictadura Somoza. Ocurrió en un momento cuando la guerrilla había sido derrotada en el sector (en un barrio oriental de Managua) donde mataron a Stewart, y había tenido que retirarse con rumbo a (la vecina) Masaya”, dijo a EFE un veterano periodista nicaragüense refugiado en Costa Rica, quien pidió la reserva de su identidad.
Ese día, después de que las televisoras de los Estados Unidos pasaran una y otra vez las imágenes de la ejecución de Stewart, la opinión pública de ese país finalmente entendió lo que significaba aquella dictadura y condenó a la guardia nacional de Somoza Debayle.
Al día siguiente, el Gobierno del presidente Jimmy Carter (1977-1981) tuvo que retirar cualquier apoyo estadounidense que pudiera quedarle a los Somoza.
“De tal manera que los asesinatos de Bill Stewart y de su traductor (Juan) Francisco Espinoza, fueron una losa pesada encima de la fosa en que se iba metiendo a la dictadura Somoza”, razonó el comunicador.
El presunto autor del disparo, Pedro González, resultó muerto días después del asesinato de Stewart en un enfrentamiento con los sandinistas, según informó entonces la extinta Guardia Nacional.
“Ortega convirtió a los periodistas en sus enemigos”
Para el periodista y escritor nicaragüense exiliado en Costa Rica, Fabián Medina, el asesinato de Stewart significó en ese momento que Somoza ya había perdido el control sobre sus tropas, y que muchas de las acusaciones que pesaban sobre la Guardia Nacional -y que Somoza negaba- podían ser ciertas.
Medina, autor del libro ‘Los días de Somoza’, recordó que la primera reacción de la dictadura fue negar el hecho y solamente lo reconoció hasta que la evidencia no dejó espacio para la negación.
“Asesinar periodistas significó cruzar una línea roja porque no se trataba solo de asesinar a un ser humano sino estar dispuesto a hechos como ese para evitar que se supiese lo que ocurría en Nicaragua”, valoró Medina, autor también de los libros ‘El Preso 198: Un perfil de Daniel Ortega’ y ‘Secretos de confesión’.
Cuarenta y cinco años después, según Medina, “la dictadura de Daniel Ortega ha ido mucho más lejos” que la de Somoza Debayle.
Ortega, en el poder desde 2007, “convirtió a los periodistas en sus enemigos y decidió tratarlos como tales porque criminalizó el derecho a informar”, afirmó.
Corresponsales extranjeros tienen prohibido ingresar a Nicaragua
Para el veterano periodista nicaragüense refugiado en Costa Rica, quien pidió omitir su nombre por motivos de seguridad, Ortega impide ahora el ingreso a Nicaragua de los corresponsales de prensa extranjera “por las mismas razones por las que asesinaron a Bill Stewart” y su intérprete en 1979.
“Esta otra dictadura, la de Daniel Ortega, no quiere mensajeros que informen sobre sus tropeles y tropelías. Ortega sabe que, si a los periodistas se les permite ingresar al país para ver, hablar con la gente, tomar imágenes y analizar el contexto, el resultado sería un producto que ellos no pueden controlar”, argumentó.
Por tanto, dijo que Ortega no puede exponerse a que haya otra experiencia como la del periodista de TV Azteca, Otoniel Martínez, que los definió como “un país fachada”, o sea, de máscaras.
“De ahí que solo dejen que lleguen los propagandistas de sus países amigos: Cuba, Venezuela, Corea del Norte, Irán, China y Rusia”, anotó.
Los veteranos comandantes sandinistas Edén Pastora y Tomás Borge, ambos ya fallecidos, reconocían que el asesinato de Stewart fue la gota que derramó el vaso para que Estados Unidos le retiraran todo su apoyo a Somoza Debayle.