Redacción, EFE
El incremento al 100 por ciento de los aranceles a los vehículos eléctricos (VE) chinos anunciado ayer por el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, es la última medida para evitar un tsunami de automóviles baratos, que este país teme que ponga fin a su industria automotriz en un año electoral en el que los demócratas han adoptado medidas proteccionistas.
El anuncio también ayuda al actual gobernante de cara a las elecciones presidenciales de noviembre, ya que permitirá al precandidato alinearse más con el poderoso sindicato United Auto Workers (UAW), una organización clave en la movilización del voto entre los trabajadores estadounidenses.
En 2023, las exportaciones chinas de VE a EE. UU. solo fueron de 368 millones de dólares. En comparación, las exportaciones europeas de eléctricos a este país ascendieron a unos 7 mil 400 millones de dólares ese año.
La razón de la escasa penetración de los fabricantes del gigante asiático en Estados Unidos eran los aranceles del 27.5 por ciento.
Pero incluso con esos impuestos, los autos con esta tecnología son una amenaza para los producidos en las plantas estadounidenses, tanto por los fabricantes domésticos (General Motors, Ford, Stellantis y Tesla, entre otros) o los extranjeros (Hyundai, Volkswagen y Mercedes-Benz, principalmente).