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El Inter goleó ayer al Atalanta (4-0) en San Siro gracias a los tantos de Lautaro, Dimarco, Frattesi y Darmian, rubricando su tercera paliza consecutiva por dicho tanteador en la Serie A, aumentando su ventaja sobre su perseguidor (Juventus) a 12 puntos y dejando el Scudetto visto para sentencia cuando faltan todavía 3 meses de campeonato.
Es solo cuestión de tiempo que el Inter levante su vigésimo cetro y borde su segunda estrella encima del escudo. Cada una significan 10 títulos del calcio. Ya ganó en enero su primero de la campaña, la Supercopa de Italia; se fue con ventaja de la ida de octavos de final de Liga de Campeones contra el Atlético de Madrid (1-0) en febrero; y cuando asoma marzo dejó al alcance el campeonato doméstico italiano, en el que no tiene rival.
No es casualidad que los de Simone Inzaghi aguanten tan bien jugando casi cada tres días. Son un proyecto perfectamente trabajado con una plantilla amplia en la que la Unidad B mantiene el nivel y está igual de enchufada. Esta vez, sin Calhanoglu, ni Thuram, ni Acerbi, titulares indiscutibles, pasaron por encima de los de Bérgamo.
Y es un equipo que sabe a lo que juega, que interpreta a la perfección los partidos, que mantiene la puerta a cero, que se adapta al rival, que sabe correr y replegarse, que sabe cuándo hacer daño y cuándo sufrir. Y, casi más importante que el cuándo, es que sabe hacerlo. Algo que le pasó en los primeros compases del duelo ante un Atalanta que salió con todo por la plaza Champions que se pelea con el Bolonia.