Foto: EFE
Ayer se cumplió una semana del devastador terremoto del centro de Japón, que dejó al menos 168 muertos y más de 300 desaparecidos, mientras las tareas de búsqueda de víctimas y asistencia a los damnificados continúan obstaculizadas por la nieve y los daños en carreteras.
Las autoridades locales ofrecieron el último dato de fallecimientos confirmados por el sismo de magnitud 7.6 que golpeó la prefectura de Ishikawa, y anunciaron que otras 323 personas continúan en paradero desconocido a raíz del desastre.
La mayoría de víctimas pertenece a las localidades de Wajima y Suzu, donde, también, se concentran los operativos de salvamento, mientras que más de 500 personas resultaron heridas de diversa
consideración.
El acceso por tierra al norte de la península de Noto, la zona más castigada, quedó prácticamente bloqueado por los numerosos cortes de carreteras o por los desprendimientos de roca, avalanchas de tierra y caída de postes, edificios y otras infraestructuras.
A ello se suma el frente de aire frío que está dejando temperaturas bajo cero y nevadas de hasta 13 centímetros en la zona, lo que dificulta aún más el tráfico de vehículos y eleva el riesgo.
Además, durante los últimos días han continuado las réplicas con epicentro en la zona de Noto; entre ellas, alguna con magnitud superior a 5, temblores que junto a las condiciones meteorológicas adversas han provocado nuevos desplazamientos de tierra y más desperfectos en edificios o vías de
transporte.