Foto: EFE
Se cumple el segundo aniversario desde que los talibanes impidieron el acceso de mujeres a la educación secundaria y universitaria, una medida que, alegaron, sería temporal, hasta que lograsen adaptar los contenidos a la ley islámica o sharía. Desde la toma de Kabul, se coartaron severamente los derechos de las féminas, apartándolas casi por completo de la vida pública.
Entre la lista de vetos se encuentran trabajar en alguna oenegé, la obligación de salir de casa con el rostro tapado, la segregación por sexos, ir acompañadas de un miembro masculino familiar para realizar trayectos largos. Además, se les ha vetado de los centros de estética y de los parques nacionales, así como de practicar deporte o actuar en películas.
1.2 millones de alumnas cursaban secundaria y en la universidad.
“Los dos últimos años han sido los más difíciles, llenos de tristeza y angustia”, lamentó Sudaba Nazhand, una profesora que en un día como hoy, pero en 2021, se preparaba para volver a la escuela, pero a última hora el grupo talibán le negó la entrada.
Los días pasaron, hasta que el pasado diciembre anunciaron que la educación superior y universitaria también quedaba excluida para dicho sector de la sociedad bajo el mismo pretexto, reduciendo así las esperanzas de millones de afganas por volver a las aulas.
Desde entonces, Afganistán se ha convertido en el único país en el mundo sin educación femenina. De los más de 4 millones de féminas que estudiaban antes de la conquista de Kabul, 1.2 millones eran alumnas de educación secundaria y superior, según datos del Ministerio de Educación.