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Entre cañonazo y cañonazo, un agazapado Carlos Alcaraz sacó poco a poco la cabeza en la pista central de Wimbledon y emergió frente al gigantesco Matteo Berrettini (3-6, 6-3, 6-3 y 6-3) para disputar los cuartos de final del Grand Slam británico por primera vez en su carrera.
Enterrado entre la potencia del italiano, Alcaraz se armó de paciencia para encontrar las grietas en un hombre que había aguantado el servicio sesenta veces consecutivas y al que se le caían los golpes ganadores del bolsillo.
Con su gorra echada para atrás, su poco ortodoxa mecánica de saque y su perenne puño cerrado, Berrettini puso a Alcaraz entre la espada y la pared, pero el murciano, como otras veces, esquivó el incendio con un torrente de calidad.
Fue de menos a más el español, que se llevó el susto de perder el primer set en un clásico de Wimbledon: el sacador salva todas las oportunidades de quiebre y aprovecha las pocas que tiene a favor. Un dolor de cabeza por el que tiene que pasar todo aquel que quiera llegar lejos en el All England Club.