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“Con cabeza y corazón” es la frase más repetida en las ruedas de prensa por Simone Inzaghi, técnico del Inter, una expresión que se ha convertido ya en un auténtico mantra dentro del vestuario y en la virtud principal de unos nerazzurri que tendrán que ponerlo en práctica con más precisión que nunca este sábado en Estambul, contra el Manchester City.
Con mucha mente, pero sin olvidarse nunca del alma, así ha afrontado el Inter todos sus partidos en la presente campaña de la Liga de Campeones.
Es su particular fórmula del éxito, la que lo ha llevado a la final más importante de su historia reciente, la primera desde que levantó la Orejona en 2010 y en la que se medirá, quizá, al equipo que más cabeza y menos corazón utiliza por su manera de entender el futbol, por su sistema perfectamente trabajado y sus numerosas armas para controlar el partido.
Y no es que, por usar más el “corazón”, el Inter no sea un equipo tácticamente preparado, pero en determinados momentos no ha sabido tener el control de lo que sucedía en el verde y, viéndose superado puramente en lo futbolístico por su rival, el aspecto emocional hizo su parte y sostuvo al equipo.