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Lo había avisado Carlo Ancelotti, desde la experiencia de quien lo ganó todo y bien sabe que no hay equipos intocables. Los baches llegan siempre en una temporada y el Real Madrid se adentra en el primero cuando menos se esperaba, sin reaccionar a la derrota de Alemania contra un Girona sobrado de personalidad, golpeado por Vinícius, pero arrancó un empate (1-1) del Santiago Bernabéu luego de un penal que provoca debate y que no desaprovechó Stuani.
La cuenta atrás hacia el Mundial comienza a presentar peligros que van más allá del rival, en este caso un Girona en el Santiago Bernabéu bien trabajado y con una identidad definida que le suele conducir a la puerta grande o la enfermería. Pero el estilo es innegociable para Míchel, aunque tenga al líder enfrente.
Un Real Madrid con demasiados internacionales pensando en una gran cita que nadie quiere perderse. Setenta minutos de atasco hasta que aparecieron sus dos referentes del momento.
Resta menos de un mes, lo que significa que cualquier lesión muscular ya te deja en casa. Por eso Benzema no fuerza su regreso o Tchouaméni fue baja de última hora. Nunca se habrían perdido una final, pero un partido de Liga es otra historia. Y así anda Ancelotti, trabajando el factor mental por encima del físico, en el que aparecen superdotados como Camavinga y Valverde para cambiar el rumbo de un partido en una carrera exhibiendo potencia.