La Selección de Argentina perdió ayer la cima del mundo del futbol sala, doblegada en la final por la Selección de Portugal, por una controvertida mano que los árbitros no entendieron como penal a su favor, por un remate al poste en el último segundo y por Pany Varela, el goleador decisivo que coronó a su país como campeón del planeta y frustró a la albiceleste, afectada por la expulsión de Borruto (1-2).
Su roja en el minuto 13 marcó la final. No hay excusas. Tan imprudente como innecesaria, tan antideportiva como frustrante, aún Borruto le estará dando vueltas al porqué del puñetazo que propinó a la altura del abdomen a Ricardinho, en una conducción del astro luso en su propio terreno, lejísimos de la portería de Nico Sarmiento. Una circunstancia decisiva a esas alturas del partido, a 7:22 del final del primer tiempo, que terminó con el 0-1 de Portugal: Pany Varela.
Desde la estrategia, Varela acertó con el 2-0, a 12 minutos y 26 segundos del cierre del choque; pero Argentina contestó de inmediato: en 8 segundos, Claudino anotó el 1-2. Y luego tuvo Edelstein el 2-2, pero falló a portería vacía una ocasión que casi nunca se falla, y también Claudino, al que Bebe se cruzó magnífico.
Redacción deportes, EFE