Sus altas paredes resguardan historias que trascienden tiempo y memoria. El piso de mármol y las elegantes escalinatas, fieles testigos desde 1974, dan cuenta del sinnúmero de personas que a diario acuden a este emblemático lugar. Basta con subir unas gradas y apreciar un escudo de armas de Guatemala en relieve, tallado en madera preciosa, que da la bienvenida a los visitantes.
En 2001, el entonces presidente del Organismo Judicial y Corte Suprema de Justicia, Carlos Alfonso Álvarez-Lobos Villatoro, rescató varias pinturas al óleo del escudo de Guatemala que estaban en abandono en bodegas y algunas otras en varios juzgados del país.
Ordenó su restauración y posterior traslado al Palacio de Justicia, por el enorme valor histórico y artístico que poseen.
El pleno de la Corte Suprema de Justicia de ese entonces acordó la creación de una exhibición permanente, denominada Galería de Escudos, que busca enaltecer los valores cívicos que todo ciudadano debe poseer.
Es así como se aprecian en el segundo nivel estas majestuosas obras, los más antiguos datan de finales del siglo XIX. En total son 21 pinturas del escudo nacional. Los artistas tuvieron libertad en sus creaciones, que se aprecia en la diversidad heráldica, iconográfica y artística, además de las diversas variantes en su composición en los elementos; por ejemplo, la colocación del pergamino, leyenda o la inscripción o la representación del ave nacional, el quetzal, con la mirada hacia la izquierda.
Auténticas obras de arte
Las diferencias entre las dimensiones de las obras, las técnicas y materiales empleados, los soportes sobre los que fueron hechos, o la calidad y diseño, nos refieren a su valor histórico. Las obras reunidas son de varios reconocidos artistas guatemaltecos como la de Abelino Morales, que data de 1889; la de Rivera, de 1895; Prudencio Dávila, Agustín Iriarte, P. Soberanis L., de 1934 a 1938; de J. M. Martínez Dighero y de Víctor M. Aragón, mientras que otro número de obras es anónimo. Una de las pinturas más reconocidas en la actualidad es la que está instalada en el salón de la Presidencia, de forma ovalada con fondo azul oscuro y al centro azul claro. En uno de los más grandes. Es el centro de las recepciones oficiales, culturales y sociales de la Presidencia de turno.
Sin embargo, el que tiene un valor incalculable por la forma que fue concebido es el escudo en relieve instalado en el Salón del Pleno, pues los detalles son únicos, como el ave nacional, el quetzal, que acompaña esta obra. Tiene una historia peculiar, pues estaba abandonado, en mal estado en el Juzgado de Paz de Antigua Guatemala, y fue necesario que el artista guatemalteco Juan José González lo restaurara.
Y, por último, el enorme escudo forjado para la Sala de Vistas, que data de 1974, elaborado en bronce por artesanos guatemaltecos. Debido a su gran tamaño, fue construido por segmentos y luego ensamblado, para ser el centro en esta inconfundible sala. Hay que recuperar, mantener y transmitir la historia como un incesante volver a empezar, pues nuestro legado es sinónimo de orgullo.