Para Yves Saint Laurent: “El esmoquin más que una moda, es una actitud”. De sus primeras creaciones a las de Jacquemus entre campos de lavanda o las de Blanca Bleis en las calles de Madrid, la sastrería femenina siempre es vanguardia, y esta temporada vive su pleno apogeo, que se extiende desde el epicentro del mejor saber hacer, en Savile Row, hasta tiendas lowcost a lo largo del mundo.
“Quiero encontrar para la mujer lo equivalente al traje masculino”, declaró Yves Saint Laurent, sin ser consciente de que su fórmula del éxito sería más sencilla de lo que creía: dar forma a la sastrería femenina a través del smoking, una de las prendas más versátiles, atemporales y con personalidad de la historia. Un fondo de armario que luciría desde Diana de Gales hasta Naomi Campbell, y que se convertiría en un conjunto democratizado y atemporal.
Con camisa blanca y lazo negro, la Pop Art Collection de 1966 del creador francés quedó eclipsada por este conjunto, hasta entonces reservado para hombres y con la finalidad de proteger la ropa del olor a humo. Sobre la pasarela y adaptado al cuerpo de la mujer, el esmoquin replanteó una nueva feminidad, que desde entonces se recrea continuamente en trajes de diferentes patrones, con posibilidades tan infinitas como mujeres existen en el mundo.
Más de medio siglo después, el epicentro de sastrería masculina, la calle londinense de Saville Row, presencia la apertura de The Deck, la primera sastrería solo para mujeres, una firma que según da a conocer su fundadora, Daisy Knatchbull, tiene como objetivo “empoderar” a la mujer a través de esta icónica prenda.
Que las clientas salgan de la tienda “con la sensación de que tienen algo que es como una segunda piel, que pueden atesorar, que quieren cuidar y reparar y poder dejarle a la próxima generación”. Este es el objetivo de la londinense con sus creaciones, que pretenden poner de manifiesto el carácter atemporal del buen saber hacer ligado a la sastrería.
De Londres a Madrid, la especialización en este tipo de prendas tiene un nombre de moda: el de Blanca Rodríguez Bleis (Madrid 1992), al frente de Bleis Madrid, quien en 2017 y tras haber trabajado para firmas como Proenza Schouler, funda su propia marca con la intención de recuperar la sastrería acabada a mano, con un aire contemporáneo y destinada a las mujeres.
Tan solo un año después, el proyecto desfilaría en la Semana de la Moda de Nueva York, y vestiría tanto para alfombras rojas como para el día a día desde Naty Abascal y Blanca Suárez hasta modelos como Eugenia Silva, Marta Ortiz y Rocio Crusset, que combinan los trajes de la madrileña con tacones altos o deportivas Vans, poniendo de manifiesto el carácter versátil de la prenda.
También en Madrid y ligado al buen saber hacer, García Madrid es un referente de la sastrería española, siempre con un toque de vanguardia y atemporalidad que en enero celebró sus 25 años en el oficio incidiendo en la sastrería femenina, ante la demanda de las mujeres que acudían a su taller para solicitarle un “dos piezas”, dando como resultado una colección con esmoquin y americanas cruzadas adaptadas al patrón femenino.
De firmas especializadas por y para el traje femenino a marcas internacionales consagradas en pasarelas o cadenas lowcost, el esmoquin es omnipresente en las colecciones de las últimas temporadas: desde Jacquemus con uno de los desfiles más virales de la pasada temporada entre campos de lavanda, a Burberry y Chanel, y adaptadas a todo tipo de registros y patrones.
Diseños variados que navegan desde piezas entalladas, que resaltan la cintura, a estructuras oversize, con hombreras pronunciadas y caída fluida, evocando un aire noventero, en el que la feminidad y actitud convergen desafiando el tiempo.
*EFE