España exhibió identidad en un brillante primer acto en Lisboa, con una selección renovada que arrinconó a Portugal y a la que solo la faltó el gol, antes de mantenerse en pie ante el sufrimiento del segundo acto cuando fue salvada por la madera en dos ocasiones y perdonada por Joao Félix en la última acción de un amistoso sin tantos, pero vibrante.
Luis Enrique respira tranquilo con el presente de la selección. En Lisboa, ante un rival de la entidad del último campeón de Europa, España demostró que tiene un estilo por encima de los nombres. Con varios registros, pero un factor común, la personalidad con el balón, la búsqueda de espacios generando superioridad y la finalización de jugada como premisa de vestuario. Las rotaciones masivas no cambiaron la identidad.
A España solo le faltó el gol al descanso para poner el broche a su superioridad en el derbi ibérico. Anuló a Portugal y exhibió virtudes de un grupo de jugadores que se juntaban por primera vez pero parecía que llevaban años jugando juntos. EFE