Cuatro películas en los cines o en rodaje, promociones, entrevistas y una intensa vida social, a los 76 años. Nada parecía detener a Catherine Deneuve hasta que un ictus le ha llevado al hospital, lo único que ha sido capaz de detener su frenético tren de vida.
Considerada una de las musas del cine francés, un ícono, una leyenda para muchos, la actriz nunca quiso dormirse en los laureles ni vivir de su gloria. Desde su debut en 1957, con apenas 13 años en Les Collégiennes, de André Hunebelle, apenas ha faltado un año a su cita con la cartelera.
Su nombre aparece en los títulos de crédito de 26 películas, dos este año, Fête de famille y La vérité, y dos están ya programadas para el próximo, entre ellas De son vivant, en cuyo rodaje estaba pocas horas antes de tener que ser ingresada de urgencia.
No hay un mes en el que la prensa no publique declaraciones suyas, tanto para promocionar sus trabajos como para hablar de la sociedad, en favor del aborto en los años 70, en contra de la pena de muerte en los 80, apoyando a los inmigrantes en los 90 y por los derechos de las mujeres y en favor del medio ambiente en los últimos años.
A veces polémica, como cuando se pronunció contra el matrimonio homosexual o en defensa de Roman Polanski y Woody Allen, acusados de violación o abuso sexual en Estados Unidos. El tren Deneuve parecía imparable y ella misma confesaba haber heredado la energía vital de su madre, que vive a sus 108 años.
La actriz peleó por no detenerse, ocultó sus dos embarazos hasta muy avanzado estado de gestación por miedo a que le apartaran de los rodajes y se fue adaptando a los nuevos papeles a medida que los años pasaban.
De ser musa de la “nouvelle vague” e interpretar roles adaptados a su físico seductor fue pasando a papeles más maduros, hasta que encarnó a la madre de Benoît Magimel en Fête de famille, estrenada el pasado septiembre.
Entre medias, una monumental filmografía con obras maestras y su nombre asociado a grandes figuras del séptimo arte: André Téchiné, Marcel Camus, Lars von Trier, François Truffaut, Olivier Dahan, Claude Lelouch, Jean Pierre Melville, Roger Vadim, Jean-Paul Rappeneau, François Ozon, Jean-Paul Rappeneau, Terence Young o Luis Buñuel.
A las órdenes del cineasta español interpretó a Séverine Serizy en Belle de jour, un rodaje que siempre recuerda por su dureza, ya que los productores le impidieron hablar con Buñuel. “Privada de ese diálogo, viví momentos dolorosos”. Una impresión que mudó totalmente cuando años más tarde Buñuel le propuso un rol en Tristana: “Es uno de mis mejores recuerdos”.
Para entonces ya era uno de los rostros más reconocibles del cine francés, convertida en una estrella desde que Jacques Demy la dio el papel protagonista de Les parapluis de Cherbourg en 1964, donde compartió trabajo con su hermana Françoise Dorléac, fallecida en un accidente de tráfico en 1967.
En 1981 ganó su primer César del cine francés por su interpretación en Le dernier metro de Truffaut y 12 años más tarde el segundo por Indochina, de Régis Wargnier, papel por el que también optó a los Óscar. Tiene el honor de haber sido premiadas en los tres grandes festivales de cine: Cannes, Venecia y Berlín.
Considerada como la encarnación del modelo francés de belleza, Deneuve es una de las pocas actrices francesas que figuran en el Hall of fame de Hollywood.
Pero su actividad no se quedó en el cine. En 1981 publicó un disco Souviens-toi de m’oublier, con canciones escritas por Serge Gainsbourg y sus colaboraciones en el mundo de la moda fueron permanentes, hasta el punto de que el diseñador Yves Saint-Laurent la consideró una de sus inspiraciones.
*EFE