Los Alpes espera, sin favoritos, al pelotón.
“Podemos ver lo que nunca hemos visto en el Tour. No recuerdo un Tour como este”, dijo Eusebio Unzue, director del equipo Movistar, quien tiene 37 años de experiencia en la carrera francesa.
Así resume una igualdad y una incertidumbre que anula cualquier pronóstico, y serán los Alpes y sus grandes puertos los que despejen la incógnita en una semana decisiva y apasionante.
Si el Tour salió vivo de los Pirineos con Alaphilippe de líder tambaleante, seguido de 6 corredores a 39 segundos de distancia, y Mikel Landa, a 3:07 del podio, ahora con las 3 etapas alpinas de alta montaña y 2 finales en alto, el Tour promete jornadas no aptas para cardíacos.
El pelotón descansó ayer en Nîmes, antes de la gran batalla. Los escaladores afilan las garras para la lucha encarnizada en las cumbres. Alaphilippe se debilitó en Prat D’Albis, pero el guerrillero del Deceuninck, si muere, será matando.
A unos metros de su hotel descansaron Geraint Thomas y Egan Bernal, las 2 brazas del Ineos que optan a la cima del podio en París, prudentes y convencidos de la idea general: que en este Tour aún puede pasar de todo.
A la película que se avecina se apuntan más actores, como el holandés Steve Kruijswijk, tercero, y el alemán Emanuel Buchmman, metidos en el conjunto de 39 segundos. Y en la frontera de las distancias “razonable”, el resucitado Mikel Landa, quien dijo que no renuncia “a soñar hasta el último día”. Entrará con el cuchillo entre los dientes en los Alpes, a 4.54 del líder y a 3.07 de la tercera plaza, pero en su terreno.
Si de igualdad se habla, también se coincide en que el francés Thibaut Pinot ha demostrado ser el más fuerte en Pirineos y se le señala como favorito. Podría ser el hombre que ponga fin a una sequía de 34 años de los franceses en el Tour. Queda lejos aquel 1985 de Bernard Hinault, y a la afición francesa le vuela la imaginación.