Nicaragua está fraccionada en medio de la crisis.
El obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Managua, Silvio Báez, llamó ayer a la población nicaragüense a no dejarse provocar por la “ley de la agresión y el irrespeto”, un día después de que policías y paramilitares agredieron una manifestación pacífica, con saldo de varios heridos, lesionados y detenidos.
“No nos dejemos provocar por quienes tienen como única ley la agresión y el irrespeto”, dijo Báez al culminar una misa dominical en una parroquia de las afueras de Managua.
El ataque de policías y paramilitares contra manifestantes y periodistas, en un céntrico centro comercial de Managua, dejó 11 detenidos, 4 heridos de bala, incluyendo al agresor, al menos 3 lesionados por golpes de los agentes, y 3 reporteros agredidos.
La agresión ocurrió la tarde del sábado, cuando cientos de personas protestaban contra el presidente Daniel Ortega, cuyo gobierno se había comprometido (menos de 24 horas antes) con respetar la Constitución de Nicaragua, con las libertades públicas.
“No lo olvidemos, somos hermanos y hermanas todos, porque somos hijos e hijas de un mismo padre (Dios), más allá de las diferencias ideológicas, religiosas, culturales, más allá de todo”, remarcó Báez, uno de los personajes más influyentes de Nicaragua.
Actualmente, Nicaragua está fraccionada entre los que aspiran al retorno de la democracia, el respeto a los derechos humanos y a la Constitución, y quienes defienden al gobierno Ortega, quien lleva 12 años consecutivos en el poder, tras haber gobernado diez años a finales del siglo pasado.
El obispo recordó la necesidad de “ir tejiendo nuevos vínculos de relación social en nuestro país”, y llamó a los cristianos a ser “los primeros” en crearlos.
Desde el estallido social contra Ortega, en abril del año pasado, al menos 325 personas han muerto en protestas gubernamentales, según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), aunque organismos locales establecen el número de víctimas en 561, y el Gobierno en 199.