La pasión por el balompié rompe con la rutina e invita a jugar en armonía.
En vez de butacas, césped e implementos de primera categoría, hay piedras, tierra y una pasión desbordante por el deporte más popular en Guatemala: el futbol. Lejos de desarrollarse en las mejores instalaciones, las ligas de barrio se disputan, incluso, en ambientes con tensión. No obstante, el gol es recibido con la misma energía que en las mejores catedrales de ese deporte.
Así como el juego es un punto de referencia, el estilo también. Hay pieles con tinta, cual Neymar Junior, físicos como el de Mario Goetze (pasados de libras) y regates y definiciones como las de Kylian Mbappé o Marco Reus. Ah, sin olvidar a quienes se mutan en Gianluigi Buffon o Roman Bürki, esos que ahogan gritos de gol.
Y es que en el campo está el “PSG” contra el “Borussia Dortmund” y está claro que no juegan en el Parque de los Príncipes, recinto del equipo francés, ni el Signal Iduna Park, de los alemanes. Tampoco un partido de Liga de Campeones, es el fortín de la colonia La Esperanza, en la zona 12, del Mezquital, Villa Nueva. Aquí no hay restricción para la afición, está en primera fila junto a los familiares de los protagonistas.
El marketing brilla por su ausencia pero no el comercio, quizá porque la cosecha de seguidores, principalmente, de bebidas alcohólicas y gaseosas se fertiliza sola y se nota en los alrededores del campo. Tampoco hay patrocinios pero las grandes marcas de botines y uniformes están presentes, eso sí gracias a los bolsillos de cada uno de los jugadores.
Aunque los implementos básicos, en su mayoría, son réplicas, eso no es impedimento para que una colonia, barrio o zona disfrute de una jornada de futbol con todas las de ley: pases, gambetas, remates, atajadas y, desde luego, los infaltables gritos, sin dejar de lado los desacuerdos con el árbitro, porque también hay quien haga valer las reglas.
La pasión del balompié está arraigada en la colonia La Esperanza, una de las zonas rojas de Villa Nueva, rompe con la rutina e invita a jugar en armonía porque en esta liga existe el Fair Play y eso nutre la emoción de que cada fin de semana los residentes disfruten a sus jugadores aprovechando el paisaje y la amplitud urbana.
Lo que queda claro es que no importa el estrato social o las condiciones, pero sí el amor al deporte, un momento de diversión y, por qué no, ilusionarse con alzar una copa, tal y como sucede en los máximos escenarios del mundo.
- Con información de Bryan Anton y Alex Jacinto