Coloridos paisajes y escenas de la vida cotidiana son el eje central de la obra del francés Pierre Bonnard (1867-1947) a lo largo de sus cuatro últimas décadas de carrera, período en el que se centra la galería londinense Tate Modern en su última gran exposición.
Centenar
Pierre Bonnard: El color de la memoria es la muestra estrella de la temporada en el museo de la capital británica, en el que podrá visitarse hasta el 6 de abril.
Alrededor de un centenar de obras distribuidas en 13 salas dan forma a este vasto conjunto, la mayor exposición dedicada a Bonnard en el Reino Unido en los últimos 20 años.
Técnica de evocación
Al tomar como punto de partida 1912, la exhibición hace un recorrido por la producción del francés centrándose en su utilización del color y su peculiar forma de trabajar mediante la memoria.
Tal y como explicó hoy a la agencia Efe la comisaria Helen O’Malley, el artista no pintaba delante de los objetos o personas que quería representar, sino que hacía bocetos con sencillos trazados que luego plasmaba sobre el lienzo basándose en sus propios recuerdos.
“Trabajaba mediante la memoria, lo que le daba mucha flexibilidad si quería, por ejemplo, intensificar el color del cielo para simbolizar los sentimientos que le había producido la escena en el momento de visualizarla”, resaltó la experta.
Además, gracias a esa técnica de evocación “podía dilatar el proceso de producción” que en obras como Young Woman in the Garden se prolongó durante años. Bonnard comenzó esta pieza en 1921 y la dejó aparcada hasta 1945, cuando la completó en un ejercicio por redescubrir la experiencia original que le había provocado la escena.
Presencia femenina
La mujer del pintor, Marthe Méligny, está muy presente a lo largo de todo el recorrido, organizado de forma cronológica. Contrajeron matrimonio en 1926, después de años de relación y su convivencia fue tormentosa.
“No puedes imaginar mi dolor y soledad”, dijo a su amigo Henri Matisse luego del fallecimiento de su mujer en 1942, tan solo cinco años antes de su propia muerte.
Méligny sufrió de diversas dolencias a lo largo de su vida que trataba con baños periódicos y que se convirtieron en una de las escenas cotidianas más repetidas en las pinturas de su esposo.
The Bath (1925) fue una de las primeras obras que completó con ese motivo y que puede verse en la Tate Modern sin marco, junto con otros cuatro lienzos también expuestos directamente sobre la pared, en un intento de reproducir el aspecto original que estos tuvieron en su día en el estudio de Bonnard.
Además, en palabras de O’Malley, el francés también representó la relación con su mujer en los colores que empleaba, mediante los cuales se puede intuir si estaban pasando por un buen o mal momento en una relación “cargada de altibajos”.
*EFE