Solo por ser el creador de Spider-Man, el Increíble Hulk, los X-Men o los Cuatro Fantásticos, Stan Lee ya se merecería estar entre los más grandes autores del cómic, pero pertenece por derecho a la categoría de leyenda por haber revolucionado las bases de este arte al fundar Marvel. El escritor, editor y figura clave de la cultura pop falleció ayer a los 95 años.
Ascenso
Con solo 17 años, en 1940, el neoyorquino Stan Lee empezó a trabajar en Timely Comics. Dos años después estaba al mando, aunque él siempre quitó importancia a ese ascenso. “Nunca sabré cómo sucedió o por qué, pero Joe Simon y Jack Kirby se fueron. El editor entró en la oficina y vio que era el único que estaba ahí. Me dijo: ‘¿Puedes encargarte de esto hasta que encuentre un adulto?’”, recordó en agosto de 2017 durante un homenaje en Los Ángeles (EE. UU.).
Se convirtió en editor, director artístico y guionista, y en 1961 refundó la editorial que pasó a denominarse Marvel. Fue el comienzo de la edad de oro del cómic. El nombre de Lee se unió al de artistas míticos como Jack Kirby, Steve
Ditko, John Romita y Jim Steranko. De ese trabajo en conjunto, en el cual Lee se encargaba de las historias y sus compañeros de los dibujos, salieron personajes esenciales del mundo de los superhéroes.
Leyenda
Su primera creación para Marvel fueron los Cuatro Fantásticos, que aparecieron por primera vez en 1961. Eran la respuesta a la recuperación de los superhéroes por parte de DC, la editorial rival, que contaba con Superman, Batman, Wonder Woman y la Liga de la Justicia.
Pero en los 60 el dominio era de Marvel, de Lee y de sus superhéroes más humanos, con problemas existenciales e historias más cotidianas, que mezclaba con las acciones heroicas. Esas fueron las características de Hulk, Spider-Man, Thor, Iron Man, los X-Men, Daredevil, los Vengadores, Ant-Man y Doctor Strange.
A todos sus superhéroes les insuflaba además grandes toques de humor, a semejanza del que él exhibía en la vida real. Tanto que hasta jugaba con los nombres que ponía a cada personaje, muchos de los cuales compartían inicial de nombre y apellido. Peter Parker, Stephen Strange, Fantastic Four, Bruce Banner o Pepper Potts son algunos ejemplos en la larga lista de figuras que hicieron de Marvel la editorial más importante de la época.
De todos ellos Lee se decantaba por Iron Man y lo hacía, como siempre, con humor: “Es increíblemente rico, es atractivo, las mujeres le aman. Es un tipo perfecto”, dijo del personaje que pasó a la gran pantalla con el rostro de Robert Downey Jr. Un salto supervisado por Lee, quien fue el principal impulsor de los proyectos del cómic en el cine.
Desde el principio se mostró entusiasmado con las adaptaciones cinematográficas de sus historias, y siempre quiso participar con cameos. Esos pocos segundos eran esperados por sus ansiosos seguidores en cada película, en una búsqueda que facilitaban sus eternos lentes de sol.
A esta figura legendaria la editorial Taschen le dedicó un enorme libro, que está a punto de salir y que define como “la (casi) verdadera historia de Stan Lee, una extravagancia tamaño gigante fruto de ocho años de trabajo acerca del único e incomparable padrino del cómic”.
