Ryan Reynolds presentó ayer en Madrid, España, la secuela de Deadpool. El actor canadiense describe al personaje de cómic de Marvel como un “idiota disfuncional” que se ríe de sí mismo, y un antihéroe que se conforma con ser hoy un poco mejor que ayer, como nosotros.
Único
De acuerdo con Ryan Reynolds, Deadpool es un personaje de moral flexible que hace el bien, pero a regañadientes: “No es virtuoso, no es Superman ni Capitán América, pero eso lo hace único, interesante y lo quieres. Quieres a un tipo que mete la pata cuando lo que prima es ser perfecto y dar la versión mejorada de uno mismo”.
Al encuentro con la prensa, el canadiense acudió acompañado de Josh Brolin, el malo de la cinta, que curiosamente también es el villano de Avengers: Infinity War. “Para un actor es divertido hacer cosas así; parece que este tipo de películas no requiere de interpretación, pero yo veo que piden más concentración, más imaginación y más convicción”, dice el californiano.
Irreverente
En 2016, Deadpool resultó ser un éxito de público y de crítica, ya que fue el primer largometraje de superhéroes en ser nominado a los Golden Globe. “Habita un espacio que nadie más ocupa, es cómico, se dirige directamente al espectador y piensa como él; rompe la cuarta pared y otras muchas barreras, algo impensable en el universo Marvel y DC. Creo que ellos cuentan la historia que quieren los fans, y eso les limita” apunta Reynolds.
La película comienza con el personaje reventado en trozos después de un intento de suicidio. Su amigo X-Men Coloso recoge los pedazos y lo recompone, como una forma de que el antihéroe se incorpore al grupo de los mutantes invencibles, pero Deadpool es incapaz de seguir las normas.
De hecho, el título, clasificado para público adulto, es un continuo disparate de bromas contra los X-Men. “Lo mejor es que todo es ofensivo. En estos tiempos de opresión en los que no se puede decir que piensas que algo está mal, que no se puede juzgar, lo bonito es reírse”, indica Brolin.
