Solo un personaje basta para inundar el escenario con tramas que prometen colarse en las emociones de la audiencia. En la Noche de Monólogos, Patricia Orantes dirige las piezas Esperando la alegría y Una historia sin importancia. Conozca más detalles de estos montajes que se presentan hoy desde las 19:30 en la Alianza Francesa, 5a. calle 10-55, zona 13, Finca La Aurora. Admisión Q30.
Esperando la alegría
Luego de presenciar la forma en que un hombre acosó a una trabajadora sexual, la actriz Yolanda Coronado reflexionó acerca de que ejercer esa actividad no justifica las faltas de respeto. La intérprete se internó en una investigación en la que, junto a Patricia Orantes, recopiló distintos relatos. “Esperando la alegría está basado en las historias de jóvenes que se vieron obligadas a dejar su casa, pero que al no encontrar oportunidades terminaron sumergidas en ese mundo”, explica.
La pieza narra la vida de Vilma, una prostituta de edad avanzada que sufre de alzhéimer y que pasa los días a la espera de una amiga que prometió sacarla de ese trabajo. “En los momentos lúcidos del personaje conoceremos a un ser tachado por la sociedad. Con cada frase nos hará replantearnos lo que queremos como colectivo”, comenta Coronado. Agrega que el monólogo busca mostrar que estas mujeres tienen sentimientos y merecen consideración.
Una historia sin importancia
En Una historia sin importancia, el actor Noé Roquel se pondrá en la piel de un niño sin nombre. Mientras realiza distintas tareas, el personaje excavará en sus recuerdos y llegará hasta escenas de violencia intrafamiliar y al momento en que se vio obligado a abandonar sus estudios y horas de juego para llevar el sustento a su hogar.
Narrado en español y kakqchiquel, y producto de un proceso creativo del Laboratorio Teatral de Artes Landívar, este montaje recalca la necesidad de impulsar la creatividad de la niñez. “Muchos chicos deberían estar dando rienda suelta a los talentos que poseen, pero, tristemente, sus habilidades no se desarrollan por la explotación que sufren”, argumenta Roquel.
