Latinoamérica llega a la octava Cumbre de las Américas con una recuperación comercial cuyo futuro es incierto por las políticas proteccionistas impulsadas por Estados Unidos, que amenazan con desatar una guerra comercial global.
La decisión anunciada hace un mes por el presidente norteamericano, Donald Trump, de imponer aranceles extraordinarios a las importaciones de su país de acero y aluminio desató la controversia mundial.
Esa imposición arancelaria es tema de discusión en foros multilaterales y la cita de Lima, donde estarán reunidos jefes de Estado de América, parece que no será la excepción.
En Latinoamérica, la medida iba a afectar de modo directo principalmente a México, Brasil y Argentina, pero éstos han quedado exceptuados temporalmente. El primero, junto a Canadá, porque el asunto es parte de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y los otros dos por decisión de Trump sujeta a conversaciones bilaterales en curso. “Los principales proveedores de acero y aluminio latinoamericanos han sido excluidos, pero hay que estar más preocupados por la eventual consolidación de una guerra comercial a nivel mundial que afectaría a la región”, dijo a Efe Marcelo Elizondo, director de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales.
De momento, Washington y Pekín no pasan de mostrarse los dientes, pero si las negociaciones no prosperan los países de Latinoamérica, que en su mayoría tienen a Estados Unidos y a China como principales socios comerciales, podrían ser afectados por una desaceleración del comercio global.