El presidente de Perú, Pedro Pablo Kuczynski, renunció ayer a su cargo, engullido por la amplia ola de corrupción que campea sobre la política peruana, la misma que él juró combatir y desterrar cuando, hace 20 meses, llegó al sillón presidencial.
Experiencia vital
Su larga experiencia en el sector público y privado, su amplio patrimonio y su formación anglosajona lo hacían idóneo para la lucha anticorrupción, pero el caso Odebrecht lo sumió en una agonía que llevó a su gobierno a recordar las épocas más oscuras del régimen de Alberto Fujimori, cuyo indulto otorgado por él mismo lo hundió aún más.
Apenas llevaba 6 meses en el poder cuando estalló en el país el mayor escándalo de corrupción de Latinoamérica, una ola que arrasó con la primera plana de la política peruana, y que Kuczynski, de 79 años y conocido popularmente como PPK, no pudo eludir y lo engulló de llenó.
Su credibilidad quedó en entredicho cuando juraba que no tenía nada que ocultar en este tema, hasta que salió a la luz que su consultora Westfield Capital había facturado más de 782 mil dólares a la constructora brasileña entre 2004 y 2007, tiempo en que fue ministro en la administración del presidente Alejandro Toledo.
Terminó por fundir su crédito cuando, durante la pasada Nochebuena, indultó al expresidente Fujimori de cumplir la totalidad de la condena a 25 años por delitos de lesa humanidad, a pesar de que en la campaña electoral había prometido no hacerlo.