Todas las profesiones están en constante cambio, se adaptan a los tiempos que corren. No podrían sobrevivir si no tienen esta dinámica. El periodismo ha enfrentado en las últimas décadas cambios díficiles, y prácticamente de la noche a la mañana.
Este tema me motiva a hablar de otra película nominada a los premios Óscar: The Post, del veterano director Steven Spielberg.
Al igual que Spotlight, otra cinta muy galardonada hace un par de años, está basada en una historia real. La diferencia es que aquí vemos cuáles eran los dilemas del periodismo del siglo XX, más que todo desde la perspectiva de los dueños y abogados de los medios.
Meryl Streep ha sido nominada por interpretar a Katherine Graham, dueña del Washington Post y primera mujer en dirigir un periódico grande. Vemos cómo este trabajo la abruma, pues se ve rodeada de hombres que quieren pensar por ella.
El momento decisivo llega en 1971, cuando el editor en jefe Ben Bradlee, interpretado por Tom Hanks, le insiste en publicar unos documentos que destaparían un gran escándalo político. La decisión no es fácil porque personas allegadas a la empresaria están involucradas y, además, ella misma corre el riesgo de ir a prisión.
Es una película hecha según todas las reglas del buen cine. Los críticos coinciden en que es un drama histórico de primer nivel, pues nos ayuda a entender un momento determinado. Hace énfasis en cuál es el papel de la prensa por medio de un caso representativo.
Pero Streep, un monstruo de la actuación, fue un poco decepcionante para mí. Quizá el casting no fue el apropiado, porque ella me gusta más interpretando mujeres más fuertes y hasta cierto punto rudas. No pude verla como esa viuda temerosa de decir lo que piensa.
Hanks está mucho mejor en su papel de editor apasionado por su trabajo, y el resto del elenco hace una excelente labor. La ambientación es increíble y la historia es ágil, logrando incluso momentos de suspenso y emoción.
Hay un detalle que se ganó mi corazón. Vemos una redacción periodística de “antes”: enorme y con una febril actividad, que a la hora de cierre hacía a todos moverse como en un ballet bien sincronizado.
Además, me pareció tan hermoso que se viera cómo era el minucioso proceso para hacer un periódico en los años 70, desde que se reporteaba y escribía, para luego corregir y luego armar cada página letra por letra con “tipos” de metal. Después la impresión, la compaginación y el reparto.
*Jessica Masaya